Diario de León

| Entrevista | Alexandra Rampolla |

«Los españoles sienten más pudor del que aparentan»

Su programa de información sexual en La Sexta se ha trasladado al horario estelar de los lunes. En esta entrevista asegura que España sigue siendo muy conservadora en materia de sexualidad

Imagen de la sexóloga puertorriqueña Alessandra María Rampolla

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Mercedes Rodríguez - madrid
León

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La puertorriqueña Alessandra María Rampolla, sexóloga clínica, no suponía el chiste que su apellido podía provocar al hablar de sexo en La Sexta, ya que pasa desapercibido en América Latina, donde no tiene la misma connotación. Ha recibido diferentes premios por los programas que presentó con éxito en la televisión hispana de Estados Unidos y en varios países latinoamericanos. Empezó el programa en el canal español al filo de la medianoche y ahora ocupa el de máxima audiencia en la noche de los lunes en sustitución del desparecido Tres en raya . Esperaba mayor naturalidad entre los españoles a la hora de afrontar la sexualidad, pero asegura que ve los mismos tabúes que la mayoría de los países. -Se enfrenta a un importante reto porque en España dejó el listón muy alto Lorena Berdún con un programa en TVE-1. -Me parece fantástica, la admiro muchísimo. Recuerdo una explicación que dio del punto g que me dejó boquiabierta porque era mi mismo discurso. El estilo de ella y el mío son distintos en el ritmo a la hora de hablar pero el contenido de lo que contamos es similar. Venimos de escuelas parecidas. -¿Qué puede aportar? -La onda. Parto de la idea de que se puede hablar de cualquier tema, por muy raro o tabú que sea, con tranquilidad y una óptica positiva pero sin caer en vulgaridades ni chabacanería. Muchas personas hablan de sexo en sus casas o con los amigos con doble sentido o con un chiste detrás, pero no de frente. A mí me gusta la conversación clara, sin agredir a nadie y sin burlas. -Pasan los años, pero el gran reto en los programas de sexo es lograr esa naturalidad. -Sí, yo vengo de un país conservador e iba a un colegio de monjas. Y de repente salgo sexóloga. Tardé en integrar y normalizar el tema para sentirme cómoda. -¿Es religiosa? -Sí, Este año me caso y lo hago por la Iglesia. -¿Cómo surgió su interés por el sexo? -En el colegio fomentaban el análisis crítico, y aunque era un colegio religioso tenía un cierto carácter feminista. De adolescente, al descubrir el sexo, empecé a preguntarme por qué no nos hablaban de esa cuestión. Ahí empecé a retar a los demás. Más tarde decidí estudiar esta disciplina. -Pero la Iglesia es muy restrictiva respecto al sexo. No lo plantea como un goce... -Absolutamente. Pero profesionalmente no me gusta mezclar la sexología con la religión. De hecho, cada practicante de distintas religiones tiene una experiencia diferente de vivir su fe. Yo invito como especialista a que cada cual tenga toda la información de frente, se empape en el conocimiento de la sexualidad porque es una realidad a la que no se puede dar la espalda. Y luego, cada uno debe elegir de acuerdo con sus ideas o creencias, bien sean católicos o budistas. En algunas cuestiones estoy en franco desacuerdo con la Iglesia, como en la utilización del condón, pero yo ya he encontrado una paz interior entre mi conocimiento de la sexualidad y mi religión. -¿Es cierta esa frase de que no hay mujeres frígidas sino hombres inexpertos? -Sí y no. Hay situaciones en que los hombres son inexpertos, pero también creo que el orgasmo femenino es responsabilidad de la mujer y no del hombre. Ellas tienen que conocer su cuerpo, dejar de estar tirada esperando que el hombre le de placer para dirigirle. El hombre no nace con clítoris ni vagina. ¿Qué rayos sabe él? Tenemos que no contarles a ellos lo nuestro. -¿El sexo sigue siendo un tabú? -Sí. Siempre hay temas que las personas son reacias a abordar. Los españoles sienten más pudor sobre el sexo del que aparentan. Pensé que liban a ser más abiertos, pero tienen los mismos tabúes que en el resto del mundo. Estamos viviendo una época en nuestras sociedades latinas en que hay mucha oferta que excita a la fantasía sexual, pero no hay una verdadera libertad sexual, que se consigue cuando existe un verdadero conocimiento de la materia. Vivimos en un mundo que busca la gratificación rápida.

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