Santi Santos: un músico de palabra, hijo de un leonés de pura cepa
«Santi, gracias a tu buena disposición, esta ha sido una noche inolvidable. Espero poder demostrarte mi agradecimiento. Un abrazo, Antonio Vega (La Coruña, 2000)». Esto fue lo que este último le escribió en una cazadora a Santi Santos en pleno delirio fanático. La cazadora aún existe pero lo que surgió es una amistad que permanece y es germen de esta minigira de conciertos únicos como el que se vivirá en el Gran Café. Aunque Vega centre los focos, Santos es digno de seguir. Por su faceta creativa, con canciones hímnicas como Ferrol, o por su talento filosófico y humor gallego: «Si en los 80 cuando te tocó elegir letras o ciencias, elegiste letras, seguro que te ha ido mal en la vida o te lo has tenido que currar más que los otros», sentencia. Y critica un mundo lleno de números: «Sobran. Lo que faltan son palabras». Como él, que es gente de Palabra, título de su último disco, y como debió de serlo su padre, un leonés empeñado en inculcarles este origen. Y Santi Santos lo lleva dentro y fuera.