Pallarés muestra un tesoro inédito después de trece años de misterio

La apertura del Museo de León ha puesto fin al misterio que se cernía en torno al edificio Pallarés desde hace trece años, cuando se cerró a cal y canto para acometer sucesivas e interminables obras. Una anunciada nevada impidió al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, inaugurar el museo que reúne cronológicamente toda la historia de la provincia a través de 2.500 piezas cuidadosamente seleccionadas, la mitad de ellas inéditas para el público. El percante meteorológico ha dado lugar a un nuevo enigma: nadie quiso desvelar la leyenda de la placa que debía haber descubierto el presidente Zapatero. La ministra de Cultura, Carmen Calvo -que llegó la víspera para ver de cerca los problemas que aquejan a la Catedral- y el presidente de la Junta, Juan Vicente Herrera, dejaron de lado sus diferencias políticas para destacar la importancia de un museo pionero, creado dos años antes que el mismísimo Arqueológico Nacional, y que posee, como destacó la titular de Cultura, las mejores colecciones de monedas y de epigrafía de toda España. El inmueble, diseñado por Cárdenas en 1922 como almacén de ferretería, ha sufrido una auténtica operación de cirugía estética. La reforma, obra del arquitecto Andrés Lozano, le costado al Ministerio de Cultura 15,8 millones de euros, a los que hay que sumar -hasta un total de 16,5 millones- la restauración de todos los objetos que se exponen y la rehabilitación de las otras dos sedes anexas al Museo de León: tres salas de San Marcos (donde nació el museo en 1869) y la villa romana de Navatejera -que pronto será también visitable-. En museo de titularidad estatal y que gestionará la Junta muestra un significativo número de «obras maestras»: desde una tabla de Nicolás Francés, adquirida por el Gobierno en mayo del año pasado, al legado del general José Ibor y su esposa, Josefa Díaz, que incluye óleos de Sorolla y Regoyos -incorporado en el 2005-. La consejera de Cultura de la Junta, Silvia Clemente, de quien depende también el Musac, explicó que, a diferencia del centro de arte contemporáneo, el Museo de León sí cobrará una entrada de 1,20 euros, porque existe un «decreto» que así lo establece para todos los museos provinciales. A lo largo de seis pisos -dos sótanos, baja y tres plantas- discurre la historia de la provincia, desde los primeros pobladores a la edad contemporánea. Tallas, esculturas, elementos arquitectónicos de ornamento, lápidas, monedas, óleos, mosaicos, joyas, piezas arqueológicas, documentos, libros, fotografías, mobiliario, maquinaria antigua... Sin duda, una colección que convierten al Museo de León en uno de los mejores de España. De hecho, a diferencia de otros museos arqueológicos, el de León posee una valiosa pinacoteca de muy variadas épocas históricas. Lo más curioso Uno de los mayores logros del museo es el mirador de la tercera planta, una gran cristalera que muestra una vista privilegiada de distintas épocas de la ciudad: desde aquí se divisa San Isidoro, la Catedral, la muralla, Botines, el palacio de los Guzmanes... La exposición pensada para el gran público -niños incluidos- tiene una fuerte carga didáctica. Incluye espléndidos audiovisuales y maquetas para comprender mejor la historia de nuestros predecesores. Absolutamente recomendable para los más pequeños es una sencilla máquina para «acuñar» monedas. El presidente de la Junta, Juan Vicente Herrera, afirmó que con este nuevo museo «Castilla y León se engrandece» y subrayó el filón turístico que puede suponer para la ciudad, como ya ha demostrado el Musac, «que en dos años ya ha sido visitado por más de 280.000 personas». El director del Museo de León, Luis Grau, que durante la inauguración fue «escoltado» por una larga lista de «autoridades» -el alcalde, el delegado del gobierno, la consejera de Cultura, el presidente de la Diputación, concejales, procuradores... tan interesados en las piezas como en los flashes de las cámaras- afirmó que el 80 por ciento de las piezas que se exhiben en el museo han sido restauradas y que más de la mitad no se habían visto jamás.