El Museo del Prado da los últimos pasos para cumplir un proyecto anhelado durante quince años

Con la colocación de la puerta de acceso al edificio diseñado por Rafael Moneo y la inminente entrega de las obras, el Museo del Prado da los últimos pasos para cumplir un proyecto anhelado mucho tiempo y que se inició hace aproximadamente quince años. Presidentes del Gobierno, ministros de cultura y directores del museo han participado en este largo e intenso proceso en el que la pinacoteca ha afrontado su mayor transformación desde que fue creada; una transformación que no ha estado exenta de polémica a pesar del consenso político que ha permitido llevar a cabo el llamado Museo del Prado del siglo XXI. Ya en 1993, museólogos y expertos en arte defendieron la compra del claustro de Los Jerónimos, que se encontraba en ruinas, para emplazar las instalaciones que ampliarían el Prado. La entonces ministra de Cultura, Carmen Alborch, anunció a finales de 1994 la convocatoria del concurso internacional de ideas, con una obras que se fijo se iniciarían en 1997. El primer contratiempo en este largo camino surgió al declararse desierto el primer premio del concurso al considerar el jurado que «ningún proyecto resuelve en su totalidad los problemas planteados en las bases». Un hito en el proceso de renovación y ampliación se produjo en 1998 cuando, tras dar el visto bueno el Consejo de Ministros, Esperanza Aguirre y el cardenal-arzobispo de Madrid, firmaron un convenio para ampliar el museo. El arquitecto Rafael Moneo ganó, poco antes de finalizar 1998, el concurso para la ampliación con el anteproyecto Buen Retiro, que recibió el apoyo del Patronato.