OPINIÓN
Sainete para dos
VEINTE años para negociar un único asunto, que se dice pronto. Resulta incomprensible que en dos décadas el Ayuntamiento y la empresa Elde no hayan sido capaces de acercar posturas si, como dicen, uno está interesado en comprar y otra en vender el Emperador. Veinte años no es «ná», según reza la letra de un conocido tango, pero en la vida real dan para mucho; excepto a los dos protagonistas de este «sainete», incapaces de cerrar un precio que se acomode a los intereses de ambos. Y eso que para algo se inventó desde tiempo antes de los fenicios el arte del regateo. Lo cierto es que, mientras tanto, el futuro del Emperador pende de un hilo. La historia es demasiado conocida: abandona un edificio (en este caso emblemático) y al cabo de unos años tendrás una ruina que, con un poco de suerte, te permitirán derribar para construir unos céntricos apartamentos. Convendría tomar medidas para salvar el edificio de cualquier operación urbanística especulativa. Si hoy en las Cortes el PP vota en contra de la iniciativa del PSOE para declarar BIC el Emperador, habrá que preguntar la razón.