Diario de León

Baratijas a cambio de tesoros: el expolio en León

Desde el siglo XVIII hasta nuestros días, reyes y pícaros han llenado museos con piezas procedentes de la provincia, joyas que, en algunos casos, han sido destruidas por la incompetencia

Imagen del Beato de Fernando I y Sancha, que ha sufrido daños irreparables en la Biblioteca Nacional

Imagen del Beato de Fernando I y Sancha, que ha sufrido daños irreparables en la Biblioteca Nacional

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Cristina Fanjul - león
León

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No es nueva esta propuesta de Tierra Comunera. Hace exactamente un año, el partido castellanista ponía en marcha la recogida de firmas para la devolución del patrimonio expoliado. Casi al mismo tiempo, el concejal leonesista, Alejandro Valderas, aseguraba que existían cientos de tesoros de la provincia en museos y galerías de todo el mundo. El edil explicaba entonces que existe documentación que pone negro sobre blanco el hecho de que muchas piezas se robaron, cuando no se utilizó la codicia o la buena fe de los custodios para llevárselas. Entre las obras que salieron sin retorno de León está la puerta del monasterio de Carrizo de la Ribera, que hoy se encuentra en el Museo Marès de Barcelona. Cuentan que durante la postguerra, un catalán llamado Francisco Marès, escultor, dedicó gran parte de su tiempo a recorrer las iglesias de Castilla y León para comprar (a precios de risa) obras de arte que no tenían precio. Los curas vendieron entonces retablos, crucifijos, vírgenes, sepulcros e incluso puertas y ventanas con el fin de poder arreglar goteras o mantener activa la parroquia. Esta labor de estafador moderno no fue exclusiva del catalán. Con la puesta en marcha del movimiento que acabó con la entrega a Cataluña de parte del Archivo de la Guerra, fueron muchos los que comenzaron a estudiar las joyas que partieron de León para no volver. Y eso, a pesar de la firma (hace cinco años) de una declaración en la que los principales museos del mundo condenaban el tráfico ilegal de arte, si bien dejaban claro -por si las moscas- que se arrogaban su derecho a conservar piezas de otros países obtenidas en el pasado. Cabe destacar que el abad emérito de San Isidoro, Antonio Viñayo, ha sido uno de los pocos en reclamar al Arqueológico Nacional la devolución de las piezas que fueron saquedas de la Colegiata en el siglo XIX. Entonces se expoliaron tesoros tan relevantes como el Santo Cristo o la Arqueta de las Bienaventuranzas. Además, tanto este museo como la Biblioteca Nacional conservan piezas únicas procedentes de León, como el códice con la copia del martirio de san Marcelo y una espada hispanoárabe del siglo XIII. Ambas pudieron haber llegado a León con los restos del santo en 1493 como regalo del rey Fernando, que habría estado presente en la entrega. Más delito presenta el Beato de Fernando I y Sancha. Este tesoro, que continúa en la Biblioteca Nacional, se prestó a una exposición en Roma y regresó destrozado. A pesar de esto, la dirección de este organismo volvió a aprobar el uso del Beato para la elaboración de un facsímil. También en Madrid están la Crónica Najerense y la Gesta Roderici. También de origen leonés son el Beato de San Miguel de Escalada del 960 (Pierpon Morgan Library de Nueva York), el Beato de Burgo de Osma, o el Beato de Valcabado o Beato de Gerona. Asimismo, el Metropolitan de Nueva York y la Hipanic Society tienen piezas de varias iglesias leonesas, incluidas algunas de San Isidoro. Algunas de ellas regresaron de manera temporal para la exposición Tesoro Sagrado y Monarquía .

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