La artista leonesa Inés Barreales expone sus paisajes en Carnicerías

Inés Barreales explica con suma claridad y ya desde el título de su exposición en la Casa de las Carnecerías cuáles son sus intenciones a la hora de pintar; la suya es una incesante búsqueda del color. Inés sitúa su obra en el impresionismo y manifiesta que para ella el paisaje es la verdad última de su pintura. «Yo comencé a pintar en La Coruña, no por afición... empecé por casualidad. Llevo pintando unos quince años de los cuales los últimos cinco los he pasado en León aprendiendo mucho al lado de un gran artista, Alejandro Vargas». La influencia del maestro se manifiesta en algunos momentos de la exposición, es una contaminación imposible de evitar cuando se trabaja codo con codo en la intimidad de un mismo estudio. «Creo que no hay demasiadas cosas de Vargas en mi obra. Aunque está claro que todos los pintores nos copiamos, cuando llegué a León yo ya tenía un estilo definido. Puede ser que en mis lienzos aparezcan cosas de otros artistas, es algo inconsciente que no se puede evitar». Paisajes evocadores Paisajes bellísimos los que interpreta con sus pinceles Inés Barreales, una mujer que tiene clara complicidad con la naturaleza. «El paisaje siempre me ha atraído, los colores me emocionan, por eso he llamado a esta exposición La búsqueda del color, porque siempre me emociono al contemplar la plenitud cambiante de la naturaleza. La figura no me interesa demasiado. Últimamente estoy empezado a interesarme también por los interiores, por los grandes cafés llenos de gente que dejan ver a través de sus cristaleras el entorno ciudadano. Creo que es un pequeño cambio dentro de mi línea habitual, pero es necesario para combatir la monotonía y el aburrimiento». A la pintora no le gusta el detalle, prefiere que en sus lienzos quede un espacio importante para la interpretación del espectador. «Es la mirada de quien contempla el cuadro la que debe terminarlo, la que debe llenar los vacíos entre pincelada y pincelada». Paisajes llenos de nostalgia de los que parece emanar el rumor de la brisa jugueteando de con las hojas, mientras la luz se sumerge en la emoción de las sombras. Escenarios vividos y a la vez inventados, aleteos de pájaros invisibles y, siempre, el misterioso estruendo del silencio y el estallido asombroso del color.