Diario de León

Pensamientos en vez de ladrillos

La ovetense Isabel Cuadrado eleva en el hall de Filosofía y Letras una arquitectura hecha con reflexiones de todas las épocas

Las paredes de esta arquitectura etérea están hechas con páginas

Las paredes de esta arquitectura etérea están hechas con páginas

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León

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Se llama In hábitat y es una instalación que la artista asturiana Isabel Cuadrado inauguró ayer en el hall de la Facultad de Filosofía y Letras (campus de Vegazana, León), un espacio que cada año se abre, como si de una sala expositiva se tratara, a montajes distintos y originales, de hondo mensaje y espectaculares dimensiones. En esta ocasión se trata de una cubierta arquitectónica, con tejado a dos aguas y prolongación en sus muros laterales, suspendida en el centro del cubo espacial del hall. Una arquitectura imaginaria, pues, en el interior de otra real. Si esta última está formada por elementos sólidos, la primera utiliza páginas de libros de filosofía de todos los tiempos, de manera que se convierte en una «arquitectura del pensamiento», afirman desde la Universidad leonesa. Su autora es Isabel Cuadrado (Oviedo, 1965), artista que ha sabido «transitar con naturalidad entre la abstracción pictórica renovada -elaborada casi siempre con materiales no pictóricos- y las intervenciones en espacios específicos, así por ejemplo el que realizara en el Instituto Jovellanos de Gijón en el 2000 o en El Horno de la Ciudadela de Pamplona en el 2004. Cuadrado, además, fue artista invitada en el Frans Maseerel Centrum voor Grafiek de Kasterlee (Bélgica) en 1999 y estudió en Roma, durante el curso 2004-2005, gracias a una beca de la Academia de España», informan las mismas fuentes. Recuerdan desde la Universidad que en el año 2001 el artista japonés Yamaoka realizó una de las primeras instalaciones artísticas en el hall de Filosofía y Letras. Yamaoka instaló en el vestíbulo dos grandes postes (restos de la incorporación de un vagón-oficina al centro de land-art llamado El Apeadero, en Bercianos del Real Camino) que sostenían varias líneas de alambre de espino. Una gran superficie de canto rodado dejaba en medio un camino creado a base de tablas pintadas con cemento que cruzaba perpendicularmente la frontera de alambre. Y en lo alto, ingrávidas, una serie de pequeñas casitas.

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