Navarra celebra el 500 aniversario de César Borgia
Un oficio religioso conmemorará los 500 años de la muerte de César Borgia, el cruel y cínico hijo del Papa de origen español Alejandro VI. Un réquiem en honor de quien inspirara a Nicolás Maquiavelo su universal obra, El príncipe , se escuchará el próximo domingo en la iglesia de Santa María de la localidad navarra de Viana. Allí reposan los restos de este controvertido personaje, obispo a los 17 años, cardenal y general de las tropas pontificias a los 23, que murió con 31 años en la madrugada de 11 al 12 de marzo de 1507. César Borgia (1475-1507) fue hijo natural del cardenal de origen valenciano Rodrigo Borja, quien en 1492 y ya como Borgia, se convertiría en el Papa Alejandro VI, y de Vanozza Cattanei. Junto a sus hermanos Joan u Jofré, pero sobre todo junto a su hermana Lucrecia, con la que supuestamente tuvo amores, encarnarían la imagen de una familia del Renacimiento cuya leyenda negra tomó tintes míticos. Como segundón de la familia, su padre lo encaminó hacia la Iglesia, mientras que su hermano Joan, Duque de Gandía, ocupaba la capitanía general de los ejércitos pontificios. Abandonaría la carrera eclesiástica con apenas 24 años, tras haber accedido al obispado de Pamplona con solo 17 años y obtener con 23 el birrete cardenalicio. Con 24 años logra hacerse con el puesto de su hermano Joan a la muerte de este, según algunos propiciada por el propio César. Se convertiría en príncipe de Andría y Venafri, señor de Romaña y Duque de Valentinois. Tras la muerte de su padre en 1503 es expulsado de Roma por Julio II, nuevo Papa y enemigo declarado de la familia Borgia. Después de múltiples fechorías y asesinatos es detenido por los partidarios de Julio II y entregado al rey de Castilla para que sea juzgado en este reino. Fue encarcelado en Chinchilla y el Medina del Campo, de donde escaparía para refugiarse en Navarra. Estaba casado con Catalina de Albret, hermana del rey de Navarra Juan III de Albret. Encontraría la muerte a los 31 años en los alrededores de Viana. Sus restos, que reposaban inicialmente en la iglesia de Santa María, fueron expulsados años después por iniciativa de las autoridades eclesiásticas.