«Hollywood es la tierra de las oportunidades»

Naomi Watts, la rubia que sorprendió al mundo con su interpretación en la película de terror The Ring, regresa a la gran pantalla con El velo pintando, una adaptación de la novela de William Somerset Maugham en la que comparte protagonismo con Edward Norton y Liev Schriber, su pareja desde hace dos años y padre de su futuro hijo. Esta actriz inglesa criada en Australia lleva mas de diez años tratando de encontrar su lugar en Hollywood, tiempo en el que más de una vez pensó en tirar la toalla, pero su buena amiga Nicole Kidman la convenció para seguir luchando. -Su personaje, Kitty, engaña a su marido y luego se enamora de él. ¿Cómo se enfrentaría a un engaño en su pareja? -No lo sé, supongo que me costaría afrontarlo. Preguntaría por qué lo ha hecho, qué no encuentra en nuestra relación y si es posible salvar la unión. Uno siempre piensa que si te engañan lo mejor es cortar, pero yo creo que una relación tiene sus altos y sus bajos. -¿Por qué decidió hacer «El velo pintado»? -Me gustó Kitty desde el momento en que leí el guión. Es una mujer adelantada a su tiempo, no se conforma con el papel que se suponía tenían que tener las mujeres. Después, se vio atrapada por la frivolidad de la época, la presión al matrimonio, su familia, y terminó dando un paso en falso. -Para muchos, el glamour y la frivolidad de Hollywood son una tentación. -Pueden serlo, claro. Yo soy de vaqueros y camiseta, no me gusta llamar la atención ni que la gente sepa quién soy. Me arreglo en cinco minutos, excepto cuando tengo un evento especial. Creo que es posible proteger la intimidad y es importante hacerlo. -¿Qué significan las pulseras budistas que lleva en su muñeca? -Me las compré en China cuando estaba rodando esta película. Soy creyente y budista, pero no sigo ninguna religión ni tendencia espiritual al pie de la letra. -Ha trabajado duro en los últimos años tratando de hacerse un lugar en Hollywood ¿Siente que se ha perdido algo importante en la vida? -Sí. He estado pensando mucho en esto porque me he visto sobrepasada por el trabajo, lo que ha hecho que descuide otras cosas. Ahora me voy a dedicar más a mí y voy a prestar mas atención a otras aspectos de la vida. -¿Tiene hobbies? -Ya ni me acuerdo... Me encanta viajar. Acabo de comprarme una casa y estoy decorándola, es muy divertido. Estoy pensando en comprarme otra casa en Europa, puede que en la Toscana o en el sur de Francia. -Eso suena a que quiere retirarse por un tiempo y dedicarse a la familia. -Eso es exactamente lo que voy a hacer con mi novio Liev Schrieber. Además tengo mis perros, un yorkshire terrier y un cocker spaniel. -¿Está pensando en dejar la interpretación? -No, pero sí en tomarme un largo descanso. Me gusta actuar, pero tengo que descansar, no puedo estar compitiendo conmigo misma. Es importante interpretar con mi instinto de supervivencia en un estado más puro. -Este año han triunfado en Hollywood muchas actrices inglesas, australianas, españolas... Parece que las norteamericanas no lo tienen fácil ante la competencia extranjera. -En Hollywood está el dinero. En Australia y Europa se hacen muy buenas películas, pero con mucho menos presupuesto. -¿Cuál fue su primera impresión cuando llegó a Hollywood? -De sorpresa. Esta es la tierra de las oportunidades. Tenía muchas esperanzas. Aquí todo es a lo grande, desde los supermercados hasta los platos de comida. Sufrí un shock cultural. -¿En que género se siente más cómoda, con superproducciones tipo «King Kong» o en dramas románticas como «El velo pintado»? -Probablemente nunca hubiera interpretado King Kong si Peter Jackson no lo hubiera dirigido. El género de aventuras no es mi favorito, pero fue una gran experiencia. Me siento mejor en las cintas íntimas, independientes, porque me gusta la colaboración que se crea entre todo el equipo ante la falta de medios. -En «El velo pintado» debuta como productora. -Sí, he disfrutado muchísimo. Edward Norton y yo nos unimos para encontrar al director, John Curran. Yo conocía a Curran, sabía que podría hacer una gran película. Ha sido capaz de dar toques de humor para que la historia no estuviera marcada por la tensión.