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León

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EL DEÁN de la Catedral, ese hombre de oído fino y mayor sensibilidad, que descargó en una misa dominical una tormenta de «sapos y culebras» contra los niños de la Escolanía de Puericantores, volverá a escuchar sus infantiles voces en los próximos meses. Y es que se avecina la temporada de bodas. Eso sí, los niños cantarán por cuenta de los contrayentes, de modo y manera que al deán no le quedará otro remedio que oír y callar. Ironías del destino. Cuando el deán se entere se le caerá el misal al suelo o el sonotone, porque ¿alguien sabe si es sordo? Al menos fue duro de oído con las críticas de los padres. La historia suena a dulce venganza. Sin embargo, de momento las contrataciones son escasas: tres bodas hasta julio. Así que hay que buscar otras fórmulas de financiación. La presidenta de la coral infantil, María Dolores Otero, se ha apresurado a escribir un libro, Historias de la Tía Sanabria, para sufragar a los niños, que venderán los libros por las calles. Un caso desesperado. Deberían hacer «bolos» en funerales, que son siempre más seguros que las bodas...

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