Considera la exhibición como el «balance» de un trabajo «cíclico»
Manuel Sierra lleva a Sardón sus últimas obras, «La mirada quieta»
El veterano artista lacianiego reúne en esta muestra todos sus inconfundibles y cromáticos iconos
Sus pájaros, extraterrestres misteriosos que no parpadean, siguen vigilando el amanecer mágico que se refleja en las quietas aguas del Luna. Sus ventanas se abren a los fantásticos paisajes de Laciana, en los que muchas veces un carro rojo se convierte en personaje. Y los libros en blanco y las flores perdidas en el silencio... Llega de nuevo Manuel Sierra para mostrar en la galería Sardón, su peculiar universo. «Esta exposición -dice- novedad no tiene ninguna, son cuadros en los que se reúnen los distintos iconos que han ido habitando ya mis lienzos en los últimos años. He vuelto a convocar para esta colección pájaros, cacharros, ventanas, orillas del agua, libros abiertos, flores, el carro rojo..... todos los elementos que dieron lugar a otras exposiciones y que se polarizaron en torno a los conceptos básicos en mi obra. Todos se han reunido aquí en un afán de balance, de resumen». Sierra ve su obra como una gran rueda que siempre vuelve al principio. «Yo soy un pintor muy cíclico y muy obsesivo, cada cierto tiempo tengo la necesidad imperiosa de volver a la figura humana, pictóricamente hablando, y en este momento estoy en ello. Vuelvo a trabajar sobre el circo, sobre los desnudos... en ningún caso voy a dejar de pintar paisaje, ni bodegones, ni carros rojos, ni pájaros, pero ya estoy en lo otro. Es como si desde el remoto consciente de mi pintura se hiciera una llamada a las figuras y personajes de otro tiempo para que regresen». El pintor trabaja a marchas forzadas, frenéticamente, en claro contraste con la plácida serenidad que emana de sus lienzos. «Todos estos cuadros -comenta- son de factura reciente, pertenecen al 2006 y 2007, menos uno o dos anteriores, porque en cada exposición me gusta tener una referencia de mi obra anterior para hacerme ver a mí mismo que no se trata cada vez de algo completamente nuevo, que hay un todo de continuidad, que mi trabajo no tiene principio ni fin. Por eso aparecen aquí cuadros anteriores, para que ellos den relevo a los nuevos. Yo corrí en su momento 4 por 400 y me gusta mucho la figura de pasar el testigo, aunque sea de una forma simbólica». Claridad y sencillez La sencillez técnica es otra de las características del artista. Asegura que respecto a la resolución técnica «no hay grandes novedades, sigo trabajando con técnicas mixtas basadas en los acrílicos, el óleo y algunos materiales que a lo mejor no son pictóricos, como el color plata que empleo sistemáticamente en los cielos, porque me interesa mucho contar ese momento mágico en el que despunta el día, cuando hay una luz neutra pero muy luminosa. No va amaneciendo poco a poco, sino que de repente llega la luz, no hay sol todavía, pero hay una luminosidad que lo abarca todo, y es esa mirada de asombro la que trato de capturar, la misma con la que se despiertan los pájaros... esos extraterrestres que están ahí mirando sin parpadear como diciendo ¡que coño pasa aquí!» Manolo Sierra se desprende poco a poco de todo lo accesorio, su pintura es cada vez más sincera y consta de menos elementos. «Puede -dice con una sonrisa- que desde la última exposición a esta yo sea un poco mejor pintor, a lo mejor lo novedoso en este caso sea eso, logro tirar un poco más de equipaje.... y trato de conseguir trabajar con menos elementos, intento condensar el mensaje en espacios más emotivos, pero sin tener que hacer un relato demasiado minucioso, no quiero acumular muchas cosas, quiero ir a lo esencial, lo imprescindible, para contar una especie de silencio, de desnudez... o como titulo la muestra, de quietud». Sierra, que actualmente trabaja en su estudio de Simancas, tiene guardados en la retina todos los paisajes de su tierra y en el corazón sensaciones y sentimientos que él resumen en la mirada anónima de sus pájaros. Horario: de lunes a viernes de 11.00 a 13.00 y de 18.30 a 21.30. Calle Juan Madrazo, 25.