«La televisión, como la sociedad actual, busca el éxito inmediato»

José María Pou (Barcelona, 1944) pertenece a esa casta de actores sólidos que es capaz de demostrar su rigor interpretativo en cualquier medio. Su talento y empaque en la escena se ha visto en innumerables títulos, los más próximos la célebre comedia Arte y la premiada función que ahora protagoniza, La cabra o ¿quién es Sylvia?, de Edward Albee. En televisión fue uno de los habituales de los Estudio 1 y en 1999 defendió con altura al inspector Ferrer de Policías, serie de Antena 3 de buena factura. Esta primavera volverá a la misma cadena con Quart, adaptación de la novela de Arturo Pérez-Reverte La piel del tambor, en el papel de monseñor Aguirre, un obispo ambicioso e intrigante. Y en cine ha empezado el rodaje de Barcelona, a las órdenes de Ventura Pons, película basada en la obra teatral de Luisa Cunillé en la que compartirá protagonismo con Nuria Espert. Su credibilidad está a prueba de cambios de registro. -¿Cuáles son las características de su personaje de «Quart»? -Monseñor Aguirre, nuncio del Vaticano en España, es una persona que si bien está sometida a la disciplina de la Iglesia tiene unas aspiraciones muy particulares. Quiere seguir subiendo peldaños para quizá llegar a Papa. Un hombre ambicioso que encabeza, de una manera oculta, una facción de la Iglesia muy escorada hacia el conservadurismo, que quiere que la institución vuelva a unos orígenes arcaicos. Esta corriente de pensamiento le convierte en el antagonista del personaje central. Ambos representan dos opiniones sobre cómo debe ser la Iglesia hoy en día y viven enfrentados. La serie abunda en la investigación y el secretismo de los misterios eclesiásticos. En este sentido conecta con argumentos que se han puesto de moda después con El código Da Vinci. Son historias muy ricas para la ficción, un cajón de sastre en el que todo el mundo quiere curiosear. -¿Hay concomitancias con la realidad de la Iglesia? -Sí. La lucha por el poder. Los enfrentamientos entre distintas tendencias de pensamiento es algo propio de cualquier colectivo que avance sanamente, aún más si tenemos en cuenta los dos mil años de historia de esta institución. No hay más que ver aquí, en España, los resultados de la Conferencia Episcopal, o sus opiniones sobre lo que debe ser La Cope. -Se vuelve a meter en una sotana, como en «Mar adentro». -Aquí camino. Ya he interpretado varios personajes con sotana, de sacerdote y de obispo. Algunos miembros del equipo me dicen que Aguirre es como el inspector Ferrer de Policías, pero con sotana, porque el personaje de Quart tiene mucha autoridad. Ahora bien, los subordinados de éste le temen más que los policías a Ferrer. -No es la primera vez que interpreta a un personaje perverso. -A mí me gustan estos personajes que digamos no son los malos tópicos, pero sí que ocultan cosas, que crean angustia, malestar, que inquietan al espectador. Son papeles más ricos. -Hay fracasos en la ficción televisiva, aún de series de gran calidad. ¿Teme que la serie pueda no funcionar? -No había vuelto a la televisión desde Policías porque creo que hay que dejar una tierra de nadie antes de incorporar a otro personaje. Por respeto al espectador. Además, no me gustaban las cosas que me ofrecían. Pero en este proyecto comprobé que había unos visos de seriedad por la garantía de los personajes, por la novela de Reverte y porque está rodada en cine y se verá como una película. -¿Qué pasará si no funciona? -La quitarán. Esa es la tiranía de las audiencias, que me parece mal, terrible, pero es la ley de los tiempos y no ocurre sólo en la televisión. Vivimos en una sociedad que busca el éxito inmediato, la rentabilización casi instantánea. Si la serie tiene pocos espectadores no significará que no esté bien hecha. El 90% de los programas que tienen audiencia son de calidad dudosa. -Se habla eternamente de la crisis del teatro, pero usted siempre tiene un gran éxito en la escena. -El teatro ha sobrevivido al cine, a la televisión y puede con lo que le echen. Es más, el teatro tiene un presente mucho más claro que las televisiones o el cine. Éste sí está en crisis porque hoy se pueden ver las películas en casa. Precisamente por eso la gente querrá ver espectáculos en vivo. El teatro vuelve a renacer y está ocurriendo en todo el mundo.