Javier Krahe sedujo en el Gran Café a un público cómplice
Las entradas se habían agotado pocos días después de que el Gran Café las sacara a la venta. Y no era para menos, porque Javier Krahe es leyenda y memoria viva e irónica, no de una época concreta, sino de una manera independiente, libre, gamberra e intuitiva de ver la vida. Ayer presentó en este activísimo local de la calle Cervantes su nuevo y sorprendente disco, más personal que nunca, Cinturón negro de karaoke , que sedujo a un público incondicional que puso mucho de su parte para crear un ambiente íntimo, cercano, cómplice, precisamente ese que tanto le gusta a Javier Krahe. Ante una sala llena hasta la bandera, Krahe se mostró cómodo, en su hábitat, y, acompañado por un contrabajista y su inseparable guitarra, compartió una serie de temas que hablan de la vida sin tópicos y del amor sin ambages. Aires latinos, embates contra el pensamiento único y la uniformidad, reflexiones sobre la decadencia física y moral o sobre los cuentos de hadas que los jóvenes se arman en la cabeza, son sólo algunas pinceladas temáticas de canciones como Diente de ajo , La taberna , El misionero , Eros y civilización , Kriptonita , Vinagre , Veinteañera , Peleas y Melinsanda y la sin par No todo va a ser follar . Como ha dicho el mismo Krahe, «después del homenaje, inmerecido, claro está, que varias docenas de artistas tuvieron a bien hacerme, me sentí como si me hubieran dado un título. Y decidí que ese título fuera el de de cinturón negro -de karaoke- para que no se pensara que me lo tomaba demasiado en serio...».