| Reportaje | Ver y palpar |
El patrimonio leonés da buena suerte
La recién instaurada creencia de que tocando los genitales de «La vieja negrilla» se obtiene fortuna viene a unirse a una larga serie de costumbres en las que el tacto es lo esencial
Del patrimonio leonés conocemos bien su riqueza, variedad y antigüedad, una serie de características que entran, sobre todo, por los ojos. Pero no sólo. En muchos de nuestros monumentos han quedado enraizadas una serie de costumbres que vienen desde antiguo y cuyo denominador común es el empleo del tacto, especialmente con objeto de soliciar suerte en la vida: que se cumplan los deseos de uno, encontrar pareja, quedar embarazadas las mujeres, etc. Y si pensábamos que este tipo de creencias eran sólo vestigios de épocas ya pasadas, una nueva y sorprendente costumbre ha venido a echar por tierra, ahora mismo, esta tesis. Su protagonista es La vieja negrilla , la famosa escultura de Amancio González que acaba de ser remozada y protegida con pinturas especiales después de muchos años sufriendo las inclemencias del tiempo. Ubicada en pleno centro de la capital, este espíritu de los bosques leoneses lleva camino de convertirse en un nuevo icono ciudadano, máxime cuando en los últimos años se ha extendido la creencia de que, tocándole los genitales, la buena suerte llamará a la puerta. No se sabe muy bien cómo, pero así nacen las leyendas. Este novedoso hábito viene a unirse a muchos otros espacios y figuras en los que es necesario el contacto humano para que puedan ejercer su benéfica influencia: uno de los más conocidos es el San Froilán de las puertas monumentales del santuario de la Virgen del Camino, a quien hay que tocar -por tres veces- su afilada nariz con el fin de recibir bendiciones. Lugar mágico parece ser también uno de los múltiples sarcófagos pétreos de la Catedral. Metiendo la cabeza en un agujero que tiene se adquiere fortuna y, según algunos, una habilidad mayor a la hora de enfrentarse a los exámenes. Pero si hablamos de elementos modernos que han dado origen a costumbres es necesario mencionar la escultura de Juan Carlos Uriarte frente a la Catedral. Allí, y casi diariamente, decenas de personas colocan sus manos solicitando energía positiva y buenos augurios; cantidad que se duplica durante el verano, Semana Santa y otros períodos vacacionales. En todos ellos, pues, ver, tocar y sentir.