Vuelan las palomitas

QUE CIERRE un teatro, una librería o un cine -en los últimos años se ha bajado la trapa de unos cuantos en León- es siempre una mala noticia para cualquier ciudad. Que cada vez queden menos cines, menos salas, y lleguen menos títulos a nuestros proyectores, también lo es. Sí, sabemos bien que el mercado no atraviesa un buen momento, que el tráfico de deuvedés (piratas o no) y de películas bajadas de Internet cada vez es mayor y más concurrido, y que pasar la tarde en el cine -colas, palomitas, tertulias- ya no es un acto consustancial al domingo y fiestas de guardar, todo un hábito sociológico. Pero una ciudad como ésta, una ciudad que, según nos dicen, tiene el museo de arte contemporáneo más avanzado del mundo civilizado y que nos ha sido presentada en repetidas ocasiones por el gobierno autonómico como la «capital cultural» de la comunidad, no puede vivir en una indigencia cinematográfica como ésta. Estrenos, versiones originales, ciclos, cinematografías de otras latitudes... tienen que llegar a nosotros para que esta parte de la cultura no quede coja . Los empresarios habrán de atreverse. Y el público, también.