Diario de León

Periodista

«A mí me han adelantado por la derecha y por la izquierda»

Referencia ineludible del periodismo leonés desde hace cuatro décadas, ejemplo de libertad y autonomía, ahora reúne en un libro sus «Paisanajes» dominicales ilustrados por Juárez

Antonio Núñez es redactor jefe del Diario de León

Antonio Núñez es redactor jefe del Diario de León

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Emilio Gancedo - león
León

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Antonio Núñez se gana la vida poniendo una letra detrás de otra. Y punto. Todo lo que se diga a continuación será secundario y accesorio. Pero inmediatamente después habría que añadir que Antonio Núñez Morán es un clásico del periodismo leonés con cuarenta años de oficio (¡y vaya oficio!) a sus espaldas. Bañezano de pro, indomable, incombustible, incorregible, pertinaz... la mejor manera de conocer su indisciplinado carácter -quizá la única- es leerle a fondo. Y ahora se puede, en un libro editado por Lobo Sapiens con todos los Paisanajes dominicales que han venido apareciendo en el Diario entre los años 2000 y 2004 ilustrados por Juárez, dibujante y humorista gráfico de este periódico. -¿Cuándo se dio cuenta de que lo suyo era la letra? -Mmm.... cuando tenía quince años, y tal y cual, después de ganar el Premio Coca-Cola de redacción, le dije a mi padre que me quería ir a Groenlandia a ganar dinero, el suficiente para poder dedicarme a escribir libros y hacerme rico. Mi padre me dijo: «Anda chaval, haz periodismo que por lo menos ganarás algo». -¿Groenlandia? -Queríamos ir a limpiar bacalao o algo así. Con uno que se apellidaba Melero, que era de Potes. Creo que llegamos a mandar una carta y todo, que seguramente se tomarían a cachondeo... Aquello no cuajó. -De todas formas, no me ha respondido a la primera pregunta. -Mire usted. Punto A, yo había leído más que todos los profesores. A Rabindranath Tagore, que ni dios lo conocía, a Azorín, que lo conocían algunos, y a Machado, que lo conocía la mayoría pero nadie era capaz de entender. Y para el concurso de Coca-Cola hice un articulico que iba de todos. Hoy sería algo así como un multiplagio , pero tengo la disculpa de que ninguno los había leído antes que yo. -¿Cómo se titulaba? - Los vuelos . Le apliqué la técnica literaria que sabía entonces: todo lo que pillé. -¿Y el punto B? -No sé. El caso es que gané el premio y me llevaron a Chile. De lo único que me acuerdo es del mueble bar del Hilton, que por cierto estaba frente al Palacio de la Moneda, donde luego la palmaría Allende. En Valparaíso, un periodista chileno me preguntó por Franco y yo le respondí: «Ni puta idea...». Yo es que alucinaba. Me recibió hasta el embajador. De todas formas, aquel viaje lo amorticé a cubalibres. -Veo que esta entrevista va a ser muy complicada... -Seguí estudiando en La Bañeza hasta los catorce años. Luego pasé a los Maristas de León, fue cuando ganaron aquello de Cesta y puntos . Estuve un año. Después fui a la Universidad Laboral de Alcalá de Henares e hice el Preu, la última quinta. Quitar el Preu es lo único que ganó la democracia. -Y luego hizo caso a su padre y estudió periodismo, ¿no? -Hice prácticas en el Diario de León cuando salía por las tardes. -¿Quién, usted? -No, el Diario. El primer día llegué a casa con las manos negras de cómo se imprimía de aquella. Mi padre, que trabajaba en el banco Santander, me vio y me dijo: «Pero tú, ¿de dónde vienes?». Gracias a dios, Botín me dio una beca para estudiar la carrera con la que me pagaba la pensión. Yo les tenía que pasar una factura y metía ahí las copas que me tomaba. -Esto es, que hacía prácticas durante los veranos de la carrera... -Más o menos. Siempre escribí de municipal, luego de economía, no sé por qué, supongo que porque nadie sabía sumar dos más dos. ¿El Euríbor, de aquella? Ni de coña... -¿Y qué tal en clase? -Camino Gallego y Felipe Sahagún me pasaban los apuntes. -O sea, que no iba. -El cuarto curso, que era cuando estaba en plan chulo, lo estudiaba en una noche con un cubata. Y aprobaba. Tienes que saber que Felipe Sahagún en realidad se llama Felipe Maraña y era ahijado del tabernero Tiburcio, el del bar Jamón de La Bañeza, ambos extintos. -Tomo nota. -Pues eso. Que a clase iba poco. Recuerdo, eso sí, a un profesor de Psicología Social, Manuel Facorro Buceta, concejal del Ayuntamiento de Madrid. Había en su clase una monja con todos sus trienios y un día, explicando genética, le dijo: «Oiga, usted, ¿es soltera o casada?» Y ella respondió: «¡Soltera, no me joda!». Fue la única asignatura en la que saqué sobresaliente. -Y si no iba a clase, ¿qué hacía durante todo el día? -¡Ah! vivir... -¿Escribía? -Era tan gilipollas que hasta escribía poesía. Poesía social, muy mala. Como la de Gamoneda. -¿Y cuándo empezó a trabajar en el Diario, ya en serio? -Cuando estaba en cuarto, a Pedro Trapiello le ofrecieron llevar la Delegación en León del diario Pueblo . Aceptó, y entonces me llamaron a mí. Así que tenía dos opciones: o bien rechazarlo, o bien trabajar y así perder lo que me quedaba de beca. Decidí empezar a trabajar y dejar la beca. Luego tuve que irme a la mili. -¿Cuánto tiempo? -Dos años. En Canarias. -Bueno, ¿y después qué? -Yo me había afiliado al PSOE antes de ir a la mili. Tenía el carnet número 26, cuando el símbolo del PSOE era el yunque y la pluma y no el puño y la rosa. Lo tengo en casa por si alguien lo quiere ver. -¿Y eso? -Mataron a mi abuelo en la guerra. -Continúe. -Fui el primero del Diario en cobrar el plus de libre disposición y el de transporte. Lo primero lo entiendo, lo segundo no, porque sigo sin tener carnet de conducir. También estuve en Ceranda , con Julio Llamazares, una revista rojilla. Después, la UCD, en concreto Luis Aznar, nos ofreció, a Pedro Trapiello y a mí, llevar la campaña del partido en Asturias. Ninguno de los dos aceptamos. Así nos ha ido. -¿Por qué no aceptó? -Porque era un rapaz tonto. De aquella se barajaban 400.000 pesetas por dos meses. -Y además, ¿lo del PSOE no era un obstáculo? -No, no les importaba. Ya te digo, lo más probable es que fuéramos gilipollas. -También fue corresponsal de «El País» en León... -Sí. -Y llevó el gabinete de Prensa de la Diputación. -También. Entre los años 1983 y 1986, con el PSOE. Allí vi tantas burradas que me quedé pasmado... y dije: amén Jesús. -¿Qué tipo de burradas? -Inconfesables. Económicas, de todo tipo... Y ahora pienso que antes me adelantaban por la izquierda y ahora me adelantan por la derecha. Hay que joderse. En estos momentos estoy en un nivel en el que ya me la suda todo, como a Crémer. -Pero la etapa de «El País», en concreto, ¿cómo fue? -Al principio era un periódico que no tenía nada que ver con lo que se había visto hasta entonces. Yo me presenté allí un día y dije: soy Fulano. Y como estaban buscando corresponsales, me dijeron: amén. Así que conocí a todos los de aquella época, la tropa antigua: Cebrián, que estaba de director; Tamames, que tenía una mujer que estaba muy buena; Daniel Gavela, de León, redactor jefe, con el que hablaba todos los días; Martín Prieto, subdirector, que era el único que valía la pena; Helga Soto, etc, etc. Llamaba a cobro revertido y pasaba la crónica. El teléfono era 91 7543200. -¿Qué noticia destacaría de entre todas las que escribió? -El 23-F me tocó en El País . Y las bombas de los Grapo en las cuencas mineras... En otra ocasión me publicaron, durante tres días, tres medias páginas sobre un experto que decía que había uranio en León, en la cordillera cantábrica. Fue un bluff . Ahí me pegué yo una hostia de mucho cuidado. -¿Por qué nunca llegó a sacarse el carné de conducir? -Ni idea. Pero le echo una carrera en bicicleta a cualquiera. -Recapitulando, que lleva en el Diario de León desde 1974 con los paréntesis de la Diputación y «El País». -Sí, y año y medio de paro. En aquella época aún no estaban bien vistos los periodistas rojos. -Usted, especialista en anécdotas, tiene que tenerlas por miles... -Franco las estaba palmando. Teníamos preparada toda su historia, biografía, etc., y había uno entonces que era presidente de los Sindicatos Verticales por la Patronal al que había que hacerle una entrevista por mandato... una entrevista que corregimos y supercorregimos... la sacamos en la primera edición con todo el cuidado del mundo, y va y ese mismo día casca Franco. «El Paisanaje» -Defínase en pocas palabras. -Soy un redactor jefe sin redactores. Y voy por la tercera vuelta. -Curioso. -La primera vez que me quedé sin redactores a los que mandar, me dijo el director, que de aquella era Martínez Carrión: haz una columna para mantenerte el sueldo. Algo propio de los directores. Luego con el tiempo la ampliamos y pasó a la última página del periódico. -Y así nació «El Paisanaje». -Eso es. Le cogí gusto a la cosa, y hasta ahora. Desde 1996 que empecé, en total serán 600 artículos. En el libro habrá la mitad. No me caben las obras completas. -¿Cómo ve el periodismo que se hace actualmente, qué opinión le merece? -La gente no piensa. Y encima, de cada diez noticias, ocho son tontas. Eso como mínimo. -¿Cómo elabora sus «Paisanajes»? -Es muy sencillo. Coges una noticia, la elevas al absurdo y te sale un Paisanaje . Todo lo demás es literatura. -¿A veces se le resisten? -Mmmm... tengo problemas para encontrar temas y reportajes normales, pero no para el Paisanaje . Se me va el bolígrafo solo. Los escribo a mano. -¿Qué piensa del presidente del Gobierno? -Como una vez dijo don Victoriano Crémer, es un chico que iba para galán y terminó en Cantinflas. El caso es que a mí me caía bien Cantinflas, vamos, que me parecía buena persona. Miguel Cordero del Campillo, cuando le preguntaron por Zapatero y por Rajoy cuando parecía que éste último tenía ganadas las elecciones, dijo que Rajoy, como gallego, era un poco zorro, pero Zapatero era serpentino . Esa fue la palabra que utilizó. Y sabía de lo que hablaba, que Miguel Cordero entiende de animales. -¿Y del PP? -En la derecha se están matando unos a otros. Está anclada todavía en la época caciquil, cosa en lo que, por cierto, tiene un gran parecido con la izquierda. -¿El leonesismo? -De eso puedo hablar poco. Yo soy de la provincia de La Bañeza, mismamente; y tengo familia en la Cabrera, allá en la raya con Sanabria, pero también en la Valduerna, Sahagún, Benavente... Una prima mía, que era de Corporales de Cabrera, decía aquello de Los mis chapines están moyaos , pero vamos... El leonesismo a mí me parece un bluff para políticos de oficio. -¡Vaya panorama! ¿Qué solución nos queda entonces? -Un currante puede llegar perfectamente a político, un hijo de taxista, de albañil, puede llegar a ser alcalde. Pero el caso contrario no se da. Nunca se ha producido el caso de un alcalde que después haya pasado a ser albañil. Así que fíjate tú cómo será el asunto éste de la política. -¿No hay salvación alguna? ¿Cree que no hay nadie decente a quién votar? -Votar a Chávez, no; para eso voto al pastor de mi pueblo... Creo que fue Mussolini, que era un fascista, quien decía que cien mil moscas no podían estar equivocadas cuando iban a la misma mierda... bueno, pues yo creo que sí, que pueden estarlo. Y de hecho pasa muy a menudo. -Esta entrevista, como sus «Paisanajes», ha sido algo surrealista. -Y que lo digas, majo.

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