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«Era un escritor sin igual en la literatura española, tal vez el más grande»

Trapiello publica una selección de aforismos de Juan Ramón

El escritor leonés considera al poeta de Moguer «un hombre superior y un pensador inagotable»

Imagen de archivo del escritor leonés Andrés Trapiello

Publicado por
Alfredo Valenzuela - sevilla
León

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El escritor leonés Andrés Trapiello ha publicado en la granadina editorial La Veleta, que él mismo dirige, una selección de Aforismos , así titulada, de los más de cuatro mil que dejó escritos el poeta de Moguer y que resultan propios «de quien nunca fue ni un inquisidor ni un demagogo». Algunos de estos aforismos son tan demoledores como los que dicen: «Lo malo está más cerca de lo bueno que de lo mediocre», «De lo bueno a lo peor, la diferencia no es mucha; pero ¡qué grande, de lo bueno a lo mejor!», «Se lee a veces: Fulano no hay más que uno. Gracias a Dios», mientras que otros desmienten la fama de cursi que achacaron al poeta y que Trapiello rechaza en la introducción de este libro, como el que dice: «En la mujer vestida, la cara es casi todo. En la desnuda, casi nada». «Lo malo de la muerte no ha de ser más que la primera noche» o «Todas las mañanas despertamos un poco podridos del sueño de la muerte», son otros de los aforismos seleccionados y editados por Trapiello, quien asegura que tan constante como la poesía fue para Juan Ramón Jiménez la escritura aforística, que el Premio Nobel cultivó desde su primera juventud hasta su vejez. Durante sesenta años, el poeta escribió algo más de cuatro mil aforismos, a cuyo conjunto dio el nombre de Ideolojía, si bien con los incluidos en esta selección, según el responsable de la misma, podría hacerse «un retrato moral, estético y personal» del poeta, «y ese retrato nos daría el de una persona y un escritor sin igual en la literatura española, tal vez el más grande de todos, inesperado siempre, nuevo, original, profundo y elevado, singular y común, y, como él mismo diría, completo: perfecto e imperfecto». Esos aforismos, añade Trapiello, se distinguen por «una naturalidad y un vigor fuera de lo común» y convierten a su autor «no sólo en un hombre superior, sino en un pensador inagotable que los pensadores profesionales no parecen todavía haberse tomado la molestia de considerar». El antólogo de estos aforismos considera a Juan Ramón Jiménez como «una ética poética y humana, un modo de expresión y de vida radicales, permanentemente tensadas, una moral que no transige ni con tipografías vulgares ni con amorfas relaciones humanas, y que está muy lejos del puritanismo: no le exige nadie lo que a sí mismo, aunque, claro está, no permite que nadie que no se exige lo que él se exige ni ha logrado lo que él ha logrado, pueda juzgarle». Añade Trapiello que algunos aforismos fueron escritos como defensa ante ataques que el poeta consideró injustos.