Dos espectáculos abren hoy el festival de danza «El tableteo de la cigüeña»

La segunda edición del festival de danza bautizado como El tableteo de la cigüeña , de un alcance y variedad mucho mayores que la primera, supone el adiós del concejal de Cultura, Alfonso Ordóñez, y la última pólvora de su mandato: son espectáculos que apelan a los sentimientos, de una gran vistosidad, algunos para niños, otros para adultos, todos intensos. Arranca hoy el programa con dos representaciones. Cuando uno quiere y el otro no , a las 21.00 en el teatro del Ateneo Cultural El Albéitar, y La barca de los girasoles , a las 22.00 en la vieja Azucarera de Santa Elvira. Porque este último y casi monumental espacio de la avenida Doctor Fleming -emblemático ejemplo de arquitectura industrial leonesa que en el futuro se convertirá en el Palacio de Congresos de la ciudad- acogerá muchas de las obras del certamen. Eso sí, para ello ha sido necesario instalar en su interior una gran carpa dado lo deteriorado del conjunto. En concreto, la primera de las puestas en escena de hoy corre a cargo de Marcos Vargas y Chloé Brulé, dos bailarines y coreógrafos de prestigio. Como aseguran desde su compañía, Cuando uno quiere y el otro no trata «del amor y el olvido en silencio», del «día a día de dos que a veces quieren ser uno y otras... Encuentro y desencuentro. Fusión y desintegración. Dos que viven la pasión del amor y la hiel del desamor. Un silencio en la voz del cantaor». Se trata, pues, de un espectáculo de cante -a cargo de Juan José Amador- cuyos sones y quejíos entablan diálogo con los movimientos de los bailarines. Una pieza que recibió el premio a la Mejor Dramaturgia y al Mejor Espacio Sonoro en la última Feria del Teatro del Sur, entre otros galardones. Poesía, voz, movimiento De La barca de los girasoles , que se adueñará hoy de la antigua Azucarera, hay que decir que se trata de una propuesta de danza, teatro, música y video a cargo de la directora artística Sabine Dahrendorf con la colaboración del veterano actor Joan Dalmau ( Mar adentro , Soldados de Salamina , entre muchas otras) y del compositor Josep Sanou. Descansa gran parte de La barca sobre poemas, la mayoría escritos por el insigne zamorano León Felipe, escogidos y recitados durante la obra por Dalmau. Las lecturas recuerdan vivencias del propio intérprete, reflejos de momentos de su vida que conectan con lugares «inventados» por la compañía de Dahrendorf. Otros elementos en los que se apoya el espectáculo son el poema La barca de Benítez Carrasco, alusivo a una «infancia vivida hace mucho, su recuerdo ahora es residuo de travesías atrevidas» y el cuadro del pintor alemán Anselm Kiefer Flor de ceniza , en el que sobresale un girasol oxidado. «La vida como una embarcacion llena de girasoles; girasoles saliendo de su soporte firme, en desorden pero ya oxidados -explican desde la compañía-, el girasol en pleno crecer es metáfora de cambios sutiles, difíciles de captar pero que suceden, y de repente vemos que están ubicados de otra manera, en búsqueda de la fuente que da luz». Una búsqueda permanente de ámbitos de libertad.