«San Marcos y el muro de Puente Castro me siguen conmoviendo»

Una historia de amor. Una deuda pendiente con el abuelo ejecutado en San Marcos. Camino de hierro , que le ha valido a Nativel Preciado el Premio Primavera de Novela, es además un profundo trabajo de recopilación histórica y de reconstrucción de atmósferas y de escenarios, cuyo poso subyace en un libro que es, también, la memoria de su infancia, de aquellos veranos en León y en Boñar y de un lugar que sólo existe ya en sus recuerdos, evocado en el libro con el ficticio nombre de Pola de Luna. Ayer Nativel firmó ejemplares de la novela en León y desveló algunos secretos de cómo lo escribió... -¿Ha vuelto a San Marcos después de escribir la novela? -Sí, hoy he estado allí. He tomado un café con un amigo y he paseado por el río. Me ha impresionado este viaje, aunque creía superado este trayecto. -La novela es un homenaje a su abuelo, pero ¿va a seguir tirando de este filón de la memoria histórica? -No. Cierro un capítulo. Este libro ha sido muy catártico. Es un libro donde vuelcas muchos recuerdos y una historia personal. -En la novela pese a que rescata una historia personal muy cruda, como es la ejecución de su abuelo, no se deja llevar por el sentimentalismo... -Pretendía que fuera un libro contenido, claro y rotundo. Me gusta, por querencia periodística, ser clara y sintética, dejar lo esencial. Y quería que no se desbordara de sentimentalismo. Quería que fuera políticamente equilibrado, pero no neutral; que hiciera más preguntas que respuestas. Trato de aclarar mi propio mundo y la historia que me tocó de cerca o de lejos, como ese abuelo al que no conocí, ni la postguerra, pero sí los recuerdos de una familia que vivió las secuelas de la guerra. Me marcaron los silencios, cuando callaban los mayores. Siempre quise contar esas sensaciones de cuando no podías hablar con libertad. -¿Qué le ha parecido el libro a su familia? -Desgraciadamente, me quedan familiares menos cercanos; ninguno de los representados literariamente en el libro. Les ha resultado emotivo. -En el libro hay un poso de un gran trabajo de documentación... -Sí, es muy periodístico en ese sentido. Para recrear lugares y situaciones históricas recopilé documentos de la época y de la actualidad. Recorrí los lugares. Y cuando creí que no me iba a impresionar San Marcos o el muro de Puente Castro donde hacían las ejecuciones... me sigue conmoviendo. Algún capítulo del libro lo escribí mientras estaba en San Marcos. -¿También pasó una temporada en San Marcos, como la protagonista del libro? -Sí. También fui a Boñar y recorrí ese lugar inexistente que es Pola de Luna, que es la síntesis de muchos sitios. Hice también el itinerario de los presos... Iba escribiendo según afrontaba esas situaciones. -¿No le tentará escribir otra novela después de toda la documentación que ha recopilado? -No creo que tenga más necesidad de escribir de forma tan visceral. Me he quedado muy descargada y creo que puedo llenarme de otras historias. -¿Por qué ha tardado tanto en escribir una historia que tenía pendiente desde hacía tantos años? -La historia la quería contar desde esas sensaciones infantiles de la falta de libertad cotidiana o tener miedo a hablar en casa o no poder leer un libro... Eso que sí hemos vivido todos. Hice un intento en el libro Amigos íntimos hace diez años. Ahí estaba latente, pero salió al cabo de los años. Tenía muchas notas. Recuperé la causa de la condena de muerte de mi abuelo gracias a gente que me ayudó, entre otros el fiscal Martín-Granizo. Estaba perdida en Ferrol. También me ayudó gente de Renfe y la ex directora de prisiones Paz Fernández Felgueroso... Recuperé cartas. Fue un trabajo arduo, del que apenas aparece nada y lo que aparece está disfrazado. No quiero hacer historia, quiero hacer literatura. -¿Qué le ha dicho gente de León que haya leído ya la novela? -Me fue a ver mucha gente a la feria del libro de Madrid. Iban con el libro con emoción contenida y me han aportado datos sobre sus propias historias, testimonios...