«El aplauso de la gente de una aldea no lo paga ni la mismísima Scala de Milán»

Tiene la humildad de los sabios y la ironía de los inteligentes. El gran tenor leonés Ignacio Encinas actuará hoy y mañana en el Auditorio frente a un público al que quiere ofrecer su mejor momento vocal. Y llega nada menos que con Norma , de Bellini, y Tosca, de Puccini. Las entradas están agotadas. Anuncia que el próximo año desea dar un concierto en la plaza de su pueblo, Grajal de Campos. Ha actuado en los mejores teatros del mundo y ha llenado el mayor estadio de fútbol de París, pero se confiesa partidario de las minorías. Porque «el aplauso de la gente de una aldea no lo paga ni la Scala de Milán». -Pondrá el broche de oro a la temporada con dos óperas, nada menos que «Norma» y «Tosca»... -Sí, son dos huesos muy difíciles. Una está dentro del belcantismo y otra del verismo. Son un reto, pienso que toda persona aficionada comprenderá que es un salto mortal, que da categoría al artista y le acredita delante del público. -Usted es ya un clásico en las temporadas del Auditorio. ¿Le gusta cantar en su tierra? -Creo que es muy importante asomar cada año. Tienes contacto con los paisanos, que ven tu evolución y van acariciando lo mejor de tu repertorio. Yo les enriquezco; y ellos, a mí. Eso se ve en el aplauso o con el silencio, ése es el poder del público. Es lo que da poder al artista para pedir volver ante un público que le aclama y quiere. -¿Es más duro triunfar en su tierra? -Tiene su parte buena y su parte mala. Es como en los toros, que un día cortas dos orejas; y otro, te pueden echar de la plaza. Partiendo de que todo artista busca el triunfo en su profesión, tiene un toque mágico triunfar en León, por los amigos, por la gente del pueblo natal, Grajal de Campos... -¿Qué opina del «cristo» que han montado las monjas de Grajal al llevarse varias tallas a Toledo? -Lo he seguido a través del Diario de León, un periódico que sigo y al que quiero mucho, porque en él tengo buenos amigos y gente a la que admiro. Estoy absolutamente de acuerdo con el pueblo. Algo que compró el pueblo no se lo puede llevar nadie. Desde aquí mi solidaridad con la demanda del pueblo, como paisano y como persona que tiene dos dedos de frente... -¿Tiene pensado cantar en Grajal? -Sí, no pasará mucho tiempo. Quiero que me vean en el buen momento vocal que estoy pasando. Creo que podría ser en mayo o agosto del próximo año. Cuando haga bueno para cantar al aire libre. -¿Pero no es muy difícil para un tenor cantar al aire libre? -La plaza de Grajal tiene una acústica espléndida. En el respeto del silencio de la noche se puede hacer algo bueno. Sería un mezquino si pidiera dinero por cantar en mi pueblo, pero el Ayuntamiento tiene que ponerme la orquesta. -Un gran contraste, para alguien que ha cantado en los mejores teatros del mundo y en lugares como Luxor... ­-El barítono que interpreta el papel de Scarpia en Tosca es el director artístico de la ópera de El Cairo. Creo que no será difícil conquistarle para volver a Egipto... -¿Qué le parece la programación del Auditorio de León? -Pienso que es una programación mixta muy bien llevada, dentro de la cual oscila el gusto de cada uno. Pero creo que está bastante bien. Quizá falte una temporada de ballet... -Y más ópera, que siempre llena... -En León, como la gente tiene vicio teatral, le gusta la ópera. En otras ciudades, en las que no hay esta tradición, no llenas la ópera ni regalando las entradas. Aquí se han preocupado por traer espectáculos y el público se ha ido formando. Ojalá sigan trayendo cultura, que domestica a las fieras y hace más grande el espíritu. Se hacen mares de sensibilidad. -Mucha gente se va quedar con las ganas de escucharle, porque no hay entradas para ninguna de las dos óperas... -Es que hay títulos que al público le golpean. Creo que hay cinco títulos que llenan siempre: La Traviata, Rigoletto, Madame Butterfly, Tosca y Aída. Pediría a la nueva alcaldía, a Paco Fernández, que siga produciendo cultura, que la cultura le devolverá el favor. -¿Cuál es su papel o su aria preferida? -Me encanta el Mario de Tosca; el Calaf de Turandot ; y el Radamés de Aída. En temas románticos, adoro el Edgardo de Lucía di Lammermoor; el duque de Mantua de Rigoletto; y el Manrico de Il Trovatore.