Diario de León

Enlace de la guerrilla antifranquista

«Fue amargo que no liberaran a España de la dictadura»

Benjamín Rubio recopila en un libro sus memorias como enlace de la guerrilla antifranquista en el Bierzo, con la que estuvo en contacto desde 1937, con doce años cumplidos, hasta su disolución

Benjamín Rubio, durante la presentación de su libro en Laciana

Benjamín Rubio, durante la presentación de su libro en Laciana

León

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A los doce años tuvo su primer contacto con los fugaos , gente que huía del rendido frente asturiano durante la Guerra Civil, en 1937, en busca de un refugio en los montes bercianos. Benjamín Rubio, que fue enlace de la guerrilla hasta 1949 en el Bierzo, presenta hoy en la Fundación Sierra Pambley sus Memorias de la lucha antifranquista , un libro en el que recopila la intrahistoria de uno de los capítulos más épicos de la posguerra, la guerrilla en el Bierzo, y la gestación de Comisiones Obreras a raíz durante la huelga de mineros de 1962, a partir de la cual entra en contacto con el Partido Comunista. Empezó a escribir su historia «cuando nos legalizaron», tras la muerte de Franco, y todavía sigue grabando cintas con sus testimonios sobre la época de la transición a la democracia. El historiador Javier Rodríguez le acompaña para presentar la obra. -¿Quién fue el primer huído con el que contactó? - Al rendirse Asturias tuvieron en mi casa de Bustarga (pueblecito del Bierzo al oeste de Fabero) escondido a un gallego que venía destrozado, descalzo y muerto de hambre. Llegó al pueblo de noche, vió luz en mi casa y entró. Así empecé a relacionarme con la gente del monte: primeramente aprendes a callar como un crío de doce años que era yo, luego empiezas a llevarles cosas al monte, a avisar cuando venía la Guardia Civil¿ A los catorce o quince años ya me consideran como un enlace para enlazar con gente de otros pueblos, cosa que se hacía sólo cuando era imprescindible. Cuanto menos supiéramos unos de otros, mejor, porque en un momento de no poder aguantar se podía descubrir. Viví la organización de la guerrilla León-Galicia en 1942 y así continué hasta el año 49. Por el pueblo no se escondían de nadie, había algunos otros conocidos de pueblos cercanos, como Fontoria y Villar de Otero. -¿Cuál fue el peor momento? -En el año 48 un policía intentó meterme al monte para matarme. A los diez días, él y otro guarda mataron a un muchacho por robarle 12.000 pesetas y porque era de izquierdas. Ya me habían avisado de que tuviera cuidado. Pero, como escribo en el libro, lo peor fue otra cosa que me pesó toda la vida. Lo más amargo. -¿A qué se refiere? -A la muerte de un amigo. Cogió la pistola que yo llevaba, se nos disparó y murió. Había muchachos del tiempo mío y más pequeños que nos juntábamos. Yo bajaba de Villarbón y como ya me perseguían mucho estaba tratando de marchar para Francia. Yo llevaba la pistola por la cintura y me abrazó, me vio la pistola y cogió y fue a guardarla en la cintura. Se levantó el percusor, se disparó y murió. -¿Cómo llegó la pistola a sus manos? -Me la dio la Guardia Civil. -¿La Guardia Civil...? -Si tiene tiempo se lo explico. En el año 47, nos mandaron a otro Pedro, de Berlanga y a mí, a enlazar a Gijón con César Ríos (un famoso guerrillero) porque preparaba un hermano un barco para marchar al extranjero. Tuvimos que dejar la dirección para que nos avisaran cuando estuviera el barco. Al año siguiente, César Ríos marchó con la compañera y Marcelino Villanueva, el Gafas, por Asturias. Les siguió la policía y sospecharon del Bierzo y nos descubren al otro y a mí. Yo llevaba once días trabajando en Laciana, en el pozo Calderón, y me secuestran y me meten en un sótano con guardias de información. El otro (Pedro) se prestó a ponerse de acuerdo con la Guardia Civil para coger a los fugaos y yo, cuando ví que estaba descubierto, solté un rollo con la intención de salvarme y no descubrir a nadie. Al comandante de Ponferrada le dije que estaba dispuesto a ayudarles y confió en mí. Me dieron una pistola y me soltaron. -¿Y qué hizo? -Al llegar, me dicen en mi casa que hacía una semana que habían estado allí Amadeo y otro de Fontoria llamado Abel, que volverían a la semana siguiente. Pensé que era mi salvación. Les expliqué lo que pasaba y les advertí que no volvieran por donde Pedro, que les iba a traicionar. Le había visto con un pánico cerval. Les pedí dinero para marchar a Francia y me dijeron que esperara y me dejara ver para que la Guardia Civil no sospechara. A la semana siguiente vuelven y Amadeo provocó una discusión conmigo. Yo ya ví la cosa mal. Luego me hablan que estaban en París y me habían dejado aquí. Mi padre había vendido una finca para tener dinero para ir al extranjero y fue cuando me ocurrió eso con el chaval... -Total, que nunca marchó. -No, ellos fueron los últimos que salieron de aquí. -¿Se sintió un perdedor? -No, fue una situación muy dramática. Pero la guerrilla fracasó porque sin ayuda del exterior era imposible derrocar la dictadura. La guerrilla se organiza por dos razones: primero para que los guerrilleros no cometieran desmanes. Además, había gente muy preparada y muy inteligentes, muy buenos políticos, como Villanueva. Siempre creímos que Alemania perdería la guerra y España sería liberada. Lo más amargo fue ver que España no era liberada de la dictadura. Hasta 1962, cuando la huelga minera, no volví a tener contactos políticos. Me ofrecieron entrar en el PCE al ver cómo actué y ahí surgieron las Comisiones Obreras. -¿A quien más recuerda especialmente? -Me impactaron cosas como la muerte de Vicente y Ángeles, los «maños» de Bembibre, a quienes mató un amigo suyo asturiano. Día: Hoy Hora: 20.00 Lugar: Fundación Sierra Pambley

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