El fallecimiento del director y guionista cierra un ciclo histórico en el cine italiano

La muerte a los 94 años del director Michelangelo Antonioni, que irrumpió en el panorama cinematográfico con películas que por primera vez representaban los problemas y angustias del hombre moderno, cierra un ciclo histórico en el cine italiano. «Perdemos un lúcido y sensible intelectual, observador agudo de todos los males y expresiones del siglo XX. Su desaparición cierra un ciclo histórico del cine italiano», señaló el ministro de Cultura italiano, Francesco Rutelli. Antonioni, según informó su familia, murió «plácidamente» en un sillón de su casa de Roma a las 20.00 horas del lunes, el mismo día en que moría otro de los grandes realizadores del cine mundial, el sueco Ingmar Bergman. Antonioni comenzó su carrera en pleno Neorrealismo junto a directores como Vittorio de Sica, Roberto Rossellini y Luchino Visconti. «Pienso que los hombres de cine tienen que estar siempre unidos, como fuente de inspiración, a su tiempo. No tanto para expresarlo por sus sucesos más crudos y trágicos, sino para recoger las resonancias que suenan dentro de él», decía Antonioni. Por ello, el cineasta italiano se convirtió en el portavoz en la gran pantalla del drama de la falta de comunicación en la sociedad moderna, desde su primera película, Crónica de un amor (1950), donde se analizaba la crisis de pareja, a Zabriskie Point (1970), sobre el inconformismo juvenil en Estados Unidos. Rutelli añadió que Antonioni «fue el pionero de una exploración absolutamente original de difícil interpretación para el gran público, afrontando cuestiones duras como la incomunicación y la alienación». El jefe de Estado italiano, Giorgio Napolitano, recordó al realizador «como un agudo intérprete de la complejidad de las transformaciones que han marcado la realidad social italiana desde los años 40 hasta la actualidad». «Se ha ido el director más imitado», señaló el cineasta Paolo Taviani, gran admirador de Antonioni.