| Entrevista | Plácido Arango |
«Sería un error gestionar el Prado como si fuera una empresa privada»
«El éxito de un museo no se mide por sus millones de visitantes» o «la imaginación con dinero es lo ideal» son algunas de las reflexiones de este experimentado gestor cultural
Plácido Arango (Tampico, México, 1931) regresa al Museo del Prado. El nuevo presidente del Patronato tendrá como lectura de agosto los estatutos de esta centenaria institución ampliada y renovada para el siglo XXI. En octubre cortará junto a los Reyes la cinta inaugural de la ansiada ampliación de Moneo. Y vuelve cargado de ilusión a un museo que conoce bien: fue vocal y jugó un papel clave en la restauración de Las Meninas . -Fue elegido por unanimidad. ¿Orgulloso? -Desde luego. En el pleno que aceptó mi nombramiento hay personas relevantes e independientes. No sé si la unanimidad es merecida, pero sí muy grata. -¿Cómo afronta su gestión? -Mi labor básica será representar al patronato como órgano de gobierno y vigilancia y hacer fluida la comunicación con la dirección. Como presidente, tengo el apoyo del pleno y hay un equipo muy competente y experto capitaneado por Miguel Zugaza al frente de la gestión. Todo está muy estructurado. Se trata de invertir el organigrama, de que el patronato apoye y ayude al director y a su equipo. El gran reto es rentabilizar el enorme esfuerzo económico que ha supuesto la ampliación. Hacer que sea un gran éxito es nuestra obligación. -¿Le convence el proyecto de Moneo? -Sí. Fue muy debatido, como es normal, pero, con osadía, Moneo ha conseguido algo nada fácil: ampliar con eficacia, sin estridencias y en diálogo con el edificio de Villanueva. Ha sido valiente en espacios como el del claustro de los Jerónimos, que es muy hermoso. También son fantásticas, bellas y amplias, las nuevas salas de exposiciones temporales que tanto necesitaba el museo, un pulmón para la colección permanente. -Dinero o imaginación ¿Qué es más necesario en el Prado? -La imaginación con dinero es, sin duda, lo ideal. -¿El éxito de un museo se mide por sus millones de visitantes? -No creo que sea el verdadero baremo del éxito, aunque sea el que más se maneja. Hay muchos museos con los mismo visitantes del Prado o más que no están a su altura. El contenido y la historia son lo importante. Un gran museo se puede hacer con medio centenar de piezas excepcionales. -El consenso político que generó «la paz del Prado» ha sido crucial. ¿Será difícil equilibrar los deseos de políticos y gestores? -Buscar ese equilibrio es una de mis funciones. No habrá problemas, creo. La paz del Prado es firme y será duradera. La oposición aceptó mi nombramiento, y no por mí persona. El consenso seguirá funcionando, seguro, en nuestra primera institución cultural. -¿Valen para el Prado los criterios de gestión de la empresa privada? -No se pueden trasladar fácilmente esos criterios a un museo. Acaso en cuestiones administrativas o de eficiencia, que afectan más a la gestión que a la labor del patronato. Pero pensar que el Prado puede regirse con principios de empresa privada es erróneo. También sería erróneo en museos privados como el Metropolitan de Nueva York, de cuyo patronato formo parte. El mundo de los museos es muy distinto al de las empresas. -Innovar o conservar. ¿Cuál ha sido la máxima del Plácido Arango empresario? -Creo que innovar, pero sabiendo que la capacidad de innovación se agota y que no hay conservación sin innovación. Se debe dejar a los más jóvenes la responsabilidad de innovar. Yo estoy ya retirado de mis empresas. Mi hijo es el actual presidente y es el responsable de la innovación y modernización. -Contribuyó desde el Metropolitan a la restauración de «Las Meninas». ¿Y si el Metropolitan las pidiera en préstamo? -No ha lugar. No se prestan. En el hipotético caso de que se suscitara la cuestión, los intereses del Prado irían por delante de los del Metropolitan. -¿Hay que ser generoso con los préstamos? -La política de préstamos del Prado ha sido inteligente, cuidada y más liberal. Aunque hay piezas que no pueden salir, se han hecho excepciones y eso ha rendido su fruto. Si tenemos grandes exposiciones, es gracias a la apertura del museo. La seguridad ha aumentado muchísimo, los riesgos son menores, y el coste mayor es el de los seguros. Pero repito, los iconos del museo han de quedarse en casa. -¿Debe el Prado ampliar su nómina de colaboradores y benefactores e importar las fórmulas de EE.UU? -Los museos sajones solicitan muy profesionalmente respaldos y apoyos. Se pide con mucho talento, vendiendo muy bien los proyectos a unos patrocinadores que obtienen un claro beneficio. Todo se hace en un clima de perfecta transparencia. -En Francia hay polémica porque el Louvre va a vender franquicias. ¿Ve descabellada la idea de franquiciar el Prado? -Me preocuparía que en el patronato se suscitara una cuestión así. Desconozco las razones del Louvre para abrir sucursales y no quiero pronunciarme. Pero seguro que va más allá de una cuestión meramente financiera. Si se plantea aquí, espero que se haga bien, con propósitos defendibles, respaldados por el patronato y por la opinión pública. -¿Qué es lo último que ha adquirido para la colección? -Un bodegón de Pereda del siglo XVII. -Suponga que el mercado ofrece obras de El Greco, Velázquez, Goya, El Bosco o Durero ¿Que compraría? -Velázquez. Sin dudarlo.