«El ser humano siempre pierde cuando se aferra al poder»

«Un curtido falangista, Zacarías Mogrovejo, antiguo Gobernador Civil de su provincia, ocupa un relevante cargo en el Ministerio, controlado por miembros del Opus Dei, los mismos que atenazan por momentos su garganta. Son los últimos días del franquismo, en 1975, con el Caudillo moribundo y la expectación social caldeada». Así explica Pedro Víctor Fernández, escritor y profesor leonés -de Gigosos de los Oteros- quién es el protagonista de El brillo azul de la memoria , su nueva novela tras aquella incisiva incursión en el mundo de la masonería de provincias que fue El triángulo del león . «Zacarías es un camisa vieja con ilustres apellidos, pero se verá envuelto en un peligroso juego de traiciones y deslealtades. Un funcionario a su cargo perpetra chantajes, un periodista husmea en su oscuro pasado y el Opus, con el Vicario al frente, pretende heredar todo el poder que Falange tuvo en la provincia -continúa Fernández-. Asesinatos y pugnas en el avispero de la política hacen que el mundo de este falangista se desmorone». Se trata de una historia «donde se entrecruzan la acción y los recuerdos de su protagonista, un falangista que siempre vivió rodeado de poder a cualquier precio, pues su familia venía ostentando ese poder omnímodo desde la España de los caciques», comenta el autor, quien también reflexiona sobre el hecho de que se haya «escrito y novelado mucho sobre los que han sufrido la acción y la fuerza del poder en sus múltiples facetas. Esta obra, en cambio, está vista desde el otro lado, del de los ganadores, pero con la paradoja de que el hombre siempre pierde, siempre se pierde, cuando se aferra al poder». Historia y trama «Es una novela con fondo histórico en una doble acepción: novela quiere decir ficción y fondo histórico quiere decir la existencia de un marco real, reconocible, vivido; pero todo ello mezclado con una trama que tiene ribetes de novela negra», detalla Pedro Víctor Fernández. La novela tienen una ambientación provincial: «Es un marco en el que me siento a gusto -confirma-, el mejor para desarrollar personajes de cierta entidad pública y también privada, sujetos a sus raíces y a sus modos de vida». Pero, ante todo, es la historia de un falangista «que decide serlo frente a un cadáver en el año 1934 y que logra prolongar su poder hasta 1977, justo un día antes de las elecciones democráticas». Pero éste es, por otro lado, «un falangista atípico: un hombre culto, un tipo de ascendentes familiares casi aristocráticos, ligados a la propiedad de la tierra, educado desde niño en la tradición familiar de ostentación del poder». También le resulta muy atrayente al autor la figura del Gobernador Civil: «Me parece una figura política emblemática: acumula poder, información, dominio sobre otras vidas. Es correa de transmisión entre Madrid y la provincia que gobierna. Otras veces se convierte en un sátrapa, en un rey de taifas», describe Fernández.