Diario de León

¿Requiem por la canción del verano?

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Miguel Lorenci - madrid
León

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Se va el verano y no tenemos canción del ídem. Las alarmas atruenan en los despachos de discográficas, radiofórmulas y programadores de variedades televisivas, privados de uno de sus recursos más sufridos y agradecidos. No han faltado, como cada año, candidatos a taladrarnos el cerebro con estribillos facilones y melodías irresistibles. Pero lo cierto es que el trono del rey musical sigue vacío, que ninguna aspirante se ha coronado con claridad como la canción del verano. En la era de internet destacan temas e intérpretes más propios de «friquilandia» que del planeta de la música ligera, que en verano se torna machacona y pegadiza. El incombustibe Georgie Dann con su escatológica Mecagüentó ha sido el mejor colocado, pero ni él ni nadie se ha coronado como rey musical del verano. Otros aspirantes al cetro han sido la inclasificable Micromanía Tata Golosa (los micrófonos...); el improbable dúo Koala-Manolo Escobar con un «aggiornado» Mi carro o la inefable Ponte el cinturón de Silvia Padilla que desde YouTube se expande por los MP3 con la voracidad de un virus. Ninguna ha alcanzado el trono que en los últimos años ocuparon temas como Opá, vaisé un corrá , de El Koala; La gasolina , de Daddy Yankee: Papi Chulo , de Lorna, o las imbatibles y muy bailables Aserejé de Las Ketchup y La bomba de King Africa. Dado la ausencia del rey musical ¿cabe entonar un réquiem por la canción del verano?. Hay división de opiniones entre los expertos conocedores del fenómeno. José María Íñigo sostiene que el fenómeno está agotado, mientras que Beatriz Pécker, José Ramón Pardo o Susana Uribarri creen que estamos ante un bache pasajero y que difrutaremos de un mega-éxito veraniego. Íñigo, decano de la agitación musical española, cree agotado el filón. Y no por que las aspirantes sean sencillamente insufribles. «La calidad no importa; no es condición exigible para triunfar como canción del verano» admite. «Ha de ser pegadiza, facilona y con algo de chispa y picardía. Estos ingredientes no se dan, así que debemos ir despidiéndonos de esta fórmula» apunta el veterano presentador. Cuando en los primeros setenta el fenómeno tomó carta de naturaleza, Íñigo ya estaba allí. «Fue pura casualidad, no un invento de las casas de discos. Eso sí, cuando vieron el filón se preocuparon por conseguir cada verano la rentabilidad con una canción fácil y pegadiza». José Ramón Pardo cren que la canción del verano resurgirá de sus cenizas.

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