Regás en la casa de Asterión

QUE la directora de la Biblioteca Nacional se quedara tan oronda después de escupir lo encantada que está con que los españoles no lean periódicos es algo que sólo pasa en España. En pocos países se habría permitido que alguien que se posiciona contra la responsabilidad crítica de los ciudadanos siguiera en un cargo como el que hasta ayer ocupó Rosa Regás. No obstante, hay que disculparla porque ella sólo se refería a los diarios fachas. ¿Cuáles? ¿Tal vez The Times ? Puede que Le Figaro o The Economist o ¿Se refería en cambio a ABC ? Es imposible un comentario más estalinista. Ya saben, los que lean prensa de derechas deberían cambiar de cabecera o limitarse a leer cómics, aunque la mayoría de ellos son imperialistas y también dan asquito. Supongo que tampoco recomendará la literatura de Borges, que ese sí que era un facha. Ella, en cambio, puede leer a diestra y siniestra porque tiene una capacidad crítica que le permite discriminar el bien del mal y no contaminarse con las ideas carcas del autor de Ficciones . Ella no se confunde con el vulgo. ¡Ay, ay, ay! qué clasista es la gauche caviar. La intolerancia y el sectarismo de Rosa Regás le han llevado a introducirse en su laberinto de Asterión particular. Nadie le obligó a entrar en él. La sociedad hace tiempo que dejó atrás la dicotomía derecha-izquierda, malos-buenos. En la España actual todas las puertas están abiertas, sobre todo las de las conciencias. Ella, sin embargo, ha preferido perderse por los laberintos de la intransigencia y los prejuicios. Y encima le roban dos incunables de Ptolomeo. Más le hubiera valido entender algo de cartografía para navegar con el viento a favor.