Diario de León

Actor

«'La carta esférica' es una historia de mar y de amor, lírica y tórrida»

El actor leonés vuelve a ser el actor de moda de la temporada como protagonista de la película de Imanol Uribe, que se estrena hoy y con la próxima «Oviedo Express»

El actor leonés Carmelo Gómez en una escena de la película «La carta esférica»

El actor leonés Carmelo Gómez en una escena de la película «La carta esférica»

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Pacho Rodríguez - madrid
León

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«Para León, lo que sea», dice Carmelo Gómez. No es ni un cumplido, ni un gesto para la afición local, sino un mandato al equipo de promoción de La carta esférica , película de Imanol Uribe basada en la novela homónima de Arturo Pérez-Reverte, que se estrena hoy viernes y en la que el actor leonés encarna a un marino sin barco que él mismo define como «un hombre primario, bruto, pero con gran sensibilidad. Para mí, un valiente». -«La carta esférica» es de esos proyectos en los que todo es de relumbrón ¿Le gusta que haya esa expectación previa? -Hombre, lo ves todo y dices que tiene buena pinta. Pero no fue así desde el comienzo. Pérez-Reverte no estaba muy por la labor. No lo tenía claro. Imanol Uribe hizo el guión y después aparece Aitana. Pero todo fue paso a paso. -¿Y cree que les ha salido una gran historia? -Puedo decir que hay de todo. Una historia con barcos, con el mar muy presente. Una historia de amor, lírica, tórrida... -¿Qué prefiere que hablen los críticos o el público? ¿Le interesa todo lo que se genera después de una película? -Me interesa pero siempre entre comillas. En este caso, los críticos tienen prejuicios con el género. No creo que tenga una crítica como las de películas consideradas de alto nivel cultural. -¿Y el apartado de las recaudaciones y las salas llenas es una aspiración? -Ya no se esperan cines llenos, ni grandes recaudaciones. Con cubrir gastos se puede dar uno por satisfecho. El cine se ha convertido en una apuesta arriesgada. Los productores están preocupados y es normal. Yo, por eso, me involucro de lleno estos días en tareas de promoción. Al público no hay que pedirle nada. Hay otros hábitos, como Internet o ver el cine en casa y hay que tomárselo como otro mercado en el que hay que estar. Pero como desaparezcan los productores se acaba el cine. -¿De dónde surge este espíritu marino? -No había ningún espíritu marino. Había pavor y cierta reticencia al mar. Cuando iba a la playa salía poco de la arena y cuando nadaba un poco mar adentro pensaba: ¡Qué intrépido me siento! Era temeroso. Pero ahora tengo mi equipo de buceo y, en cuanto puedo, me gusta practicarlo. Ya tengo hasta un curso avanzado. Me gusta esa sensación, es relajante. -También le ha surgido una concienciación de preocupación por los fondos marinos... -Es que es global la falta de cultura. Tratamos con incultura el ecosistema. Hasta hace poco no mirábamos para los océanos. Y son el centro de la vida. El origen y, ojo, ahí puede surgir el final. En los fondos marinos hay una situación preocupante que la ves cuando bajas. Bolsas de basura, residuos¿ Es peligroso que ataquemos el mar. Lo bueno de estar en contacto con la Naturaleza es que puedes concienciarte de la necesidad de cambiar hábitos de la sociedad. -¿No cree que cuando se dice que un actor es camaleónico en realidad lo que se dice es que hace su trabajo, empaparse de él, ser otro en definitiva? -Cada personaje tiene sus signos diferenciadores y hay que trabajar sobre ellos. Son personalidades diferentes que hay que resaltar. Lo que ahora veo mejor es que eso surge de su actividad. Y yo incido en esos hábitos y en esos énfasis que tienen que tener. Y es mi asignatura pendiente. -Cuando mira atrás, ¿ve su carrera como la hubiera podido imaginar o no es de los que hace balance? -Sí que lo hago. Cuando estuve en paro durante tiempo, pensaba: ¿Qué sentido tiene mi vida y todo esto? Y ves que has hecho cosas que merecen la pena. Con todos los personajes me voy hasta el final con ellos. Y grandes amigos son algunos de mis personajes. Como ahora, Javier García Gallego. -¿Y qué puede decir de este último personaje de «La carta esférica»? -Es alguien que en un momento de su vida no miró hacia donde tenía que mirar. Pero cuando uno tiene cabeza, para y decide vivir lo que le falta aunque ya tenga 40 años. Y decide vivir su primer amor como si tuviera 18 años. -¿Fue de los que llegó, primero a Salamanca y luego a la capital, con cuatro duros y mucha ilusión? -Sí me fui con cuatro duros y con pocas cosas organizadas. Pero soy de campo, capricornio y no me dejo embaucar. Hubo gente que me echó una mano. Manolito (es Manuel, pero siempre le llamaré Manolito) y otros amigos, por ejemplo. -¿Y cómo ve Sahagún? -Pues ahora lleno de topillos. Cuando no es por pitos es por flautas, pero siempre hay problemas en el campo leonés. No sé si es por falta de juventud, pero nadie lucha por el campo. Es una zona olvidada en la que nadie se moviliza por ellos. Y hay que pensar que el campo es la cantera cultural de un país.

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