EL INVENTO DEL MALIGNO | Con detalle |
House «Al filo de lo imposible» celebra su 25 aniversario con nuevas aventuras
El programa de La 2 rinde homenaje «a los documentales y a los paisajes salvajes de la Tierra» en su nueva temporada
Entre los espectadores de House hay un interesante debate acerca de las cualidades éticas del producto. No, tranquilícese: el debate es en Italia, no aquí; en España rara vez hay debates interesantes sobre la tele. Ese debate consiste en lo siguiente: el doctor House, que evidentemente es un buen médico, ¿es además un buen profesional y, aún más allá, eso que se llama «una buena persona»? La reflexión la ha hecho el doctor Carlo Valerio Bellieni, un estudioso de la bioética que trabaja en el departamento de terapia intensiva neonatal del policlínico universitario «Le Scotte», en Siena, y lo ha contado en la web zenit.org. Bellieni dice que House «muestra algo interesante: saliéndose del rebaño, el doctor no se deja llevar por las alabanzas a las bien conocidas cúspides del relativismo ético en Medicina», a saber, que «el paciente es último tribunal, el médico un proveedor de un servicio y que no existe capacidad alguna para dar juicios morales sobre los comportamientos en Medicina». House parece una apología de la frialdad ante el paciente porque el médico rehuye cualquier contacto humano, pero, en realidad -sostiene Bellieni-, la actitud del médico es otra: House es descortés y asocial por su propio sufrimiento existencial y físico, pero «en cada momento y con insistencia trata de llegar al fondo de la persona que debe curar». Según Bellieni, parte del sufrimiento de House pasa por reconocer el de los demás, y «a veces es justo este ensimismamiento el que le hace ver cosas que no ven quienes le rodean». Si el médico habla de manera brusca con los pacientes, es para convencerles de que acepten un determinado tratamiento, no para dorarles la píldora. Eso presupone una opción no sólo técnica, sino también moral: House «sabe que existe un buen comportamiento médico y uno equivocado, y quiere que sus pacientes elijan el bueno». Y a quienes reprochan que este comportamiento es «paternalista», Bellieni les contesta que peor es dejar al paciente solo ante un diagnóstico hecho de palabras y cifras, «libre» de elegir si quiere morir o vivir. House sorprende por su malos modos, pero ese comportamiento es, en realidad, más humano que el de quien envuelve en modales dulces una absoluta indiferencia. «El doctor House -dice Bellieni- se deja sorprender. Se equivoca, enseña los dientes, pero sabe reconocer lo humano cuando lo encuentra. Este un aspecto importante, a menudo olvidado en la actividad médica: el estupor hacia la misteriosa humanidad de un paciente. Su estupor es la base de su habilidad para curar». O sea que los médicos podrían aprender humanidad de House. Para que luego digan que la tele sólo es consumo. Sus cámaras han mostrado épicas aventuras en las regiones más inhóspitas del planeta. Al filo de lo imposible regresa la noche del domingo a La 2 en la celebración de su vigésimo quinto aniversario con la intención de rendir homenaje «a los documentales, a la aventura y a los paisajes salvajes de la Tierra». Los 26 trabajos que componen esta nueva temporada son el resultado de numerosas expediciones por todo el mundo. «Incitan a vivir la vida con pasión, a la búsqueda continua de nuestros límites, interiores o físicos, y a la defensa de la naturaleza», defendió Sebastián Álvaro, director del espacio, durante la presentación del programa a los medios de comunicación. De las cumbres dominadas por las nieves del Himalaya a las bravas aguas del Nilo, Al filo de lo imposible narra «algunas de las aventuras más conmovedoras jamás contadas» a través de capítulos de 30 minutos. Los escenarios de las nuevas emisiones de este espacio de La 2 son tan dispares como impresionantes. Un recorrido por la Ruta de la Seda en moto, la escalada del Shivling, la vuelta a la Península Ibérica en kayak o un recorrido en globo por el Amazonas transportarán a los espectadores a los paisajes «más frágiles y delicados» del planeta. «Desde que comenzamos a filmar hace 25 años nunca hemos ido a los lugares con la pretensión de conquistarlos; sencillamente, nos hemos dejado conquistar por ellos», relató Álvaro, para quien «lo imposible retrocede cuando se marcha hacia ello». El director de Al filo... reivindicó que su programa no es sólo para montañeros o exploradores, sino «para todos aquellos que aman la naturaleza y se preocupan por la salud de nuestro planeta». Récord de «ochomiles» La emblemática serie documental de TVE retoma el seguimiento de la aventura de Edurne Pasabán, empeñada en alcanzar los catorce ochomiles de la Tierra. La alpinista guipuzcoana aspira a ser la primera mujer en lograr esa hazaña. Tras coronar nueve de sus catorce objetivos, Pasabán sólo es superada por la austriaca Gerlinde Kaltenbrunner. En esta nueva etapa de Al filo... , el programa espera transmitir las siguientes expediciones de la escaladora vasca, que se plantea ascender cuatro ochomiles el próximo año. Sebastián Álvaro recordó a los 26 amigos cercanos «que se quedaron en el camino» en estos 25 años de aventura, palabra asociada al riesgo de morir. Aunque muchos espectadores pueden relacionar Al filo de lo imposible con el hielo y la montaña, el programa ha dedicado gran parte de su espacio, durante estos años, a la espeleología o a los viajes por mar y aire. Una de las aventuras más cercanas de esta etapa se desarrolla en la cueva de Zarzalones (Málaga), donde consiguieron filmar a más de 500 metros de profundidad. Para este capítulo dedicado a la espeleología marina hubo que movilizar a 30 buceadores y realizar un gran despliegue de material con el fin de mostrar «uno de los mayores misterios del espeleobuceo en España». Otro de los programas estará enteramente dedicado al cambio climático y la desertización, algo «real» que causa la pérdida de los glaciares. Al filo de lo imposible anhela lograr un proyecto largamente acariciado para el próximo año. El equipo capitaneado por Sebastián Alvaro desea sobrevolar el K2, la segunda montaña más alta del mundo tras el Everest, una aventura nunca realizada por su alto riesgo de ejecución.En su vertiente histórica, el programa documental de La 2 tiene en mente la reconstrucción histórica de la vida del primer hombre que subió un ochomil , allá por 1950.