EL INVENTO DEL MALIGNO | Entrevista | Ana Álvarez |
Desperdicios «Poco a poco se está empezando a ver otra televisión»
Es la coprotagonista de la serie de Antena 3 «Quart»
Cuatro le ha cogido el gustillo a los programas de pedagogía social, eso que en la jerga se llama «coach», y ahora estrena uno más: ¡Qué desperdicio! , producido por Boomerang. En Cuatro hemos visto ya Supernanny , Soy lo que como , SOS Adolescentes , Desnudas , y ahora llega este nuevo «coach» (en fin) dedicado a la concienciación medioambiental. Lo presenta Raquel Sánchez Silva, rostro asociado ya a este tipo de programas, y cuenta como asesor ecológico con Diego Chueca. La cosa consiste en un ejercicio pedagógico en dos fases: primero se muestra al público cuánto desperdiciamos y cómo contribuye eso al deterioro del medio ambiente; después, la clase teórica se aplica a un trabajo de campo mediante la observación (cámara en ristre) de las costumbres despilfarradoras de dos familias por semana. La participación en el experimento tiene premio: cuanto más despilfarro hayan sido capaces de evitar, mayor será la cantidad en metálico que reciban a modo de galardón (¿para que lo despilfarren?). La idea es buena. El desenlace, incierto. ¡Qué desperdicio! se ha estrenado con poco más de un millón de espectadores. Estos «coach» de Cuatro, aunque alguno ha arraigado bien, suelen llevar una vida menesterosa y no dejan de ser una rara avis, lo cual da que pensar sobre el tipo de televisión que se ha impuesto en España: sólo triunfa aquello capaz de arrastrar la fidelidad sostenida de más de dos millones de espectadores; las cadenas, por esa razón, tienden a presentar mayoritariamente productos de consumo rápido e instintivo, alejados de cualquier cosa que remotamente mueva a reflexión, aunque sea doméstica; la atmósfera general de la oferta, por la combinación de las dos razones anteriores, tiende a arrastrar hacia abajo a los propios programadores, que tienen pavor a arriesgar lo más mínimo (pese a lo cual, no pocas veces meten la pata). Este es el paisaje y las excepciones a la regla lo confirman. ¿Es Qué desperdicio una de esas excepciones? Sí. Por supuesto, al nuevo programa de Cuatro se le pueden reprochar muchas cosas: que trata a la gente como si todos fuéramos criminales ecológicos; que omite -o casi- el nada secreto hecho de que la contaminación individual es muy inferior a la producida por la industria o los servicios; que proyecta sobre el espectador un chorro de moralina que puede ser contraproducente, porque no hay nada que levante tanto las ganas de rebelión como una de estas regañinas Y bueno, sí, todo eso es verdad, pero no se puede negar que Qué desperdicio aborda un problema social objetivo, busca una forma de contribuir a resolverlo y trata de hacer llegar a los espectadores un mensaje constructivo y útil para la vida en común. O sea, que será difícil que triunfe. La actriz Ana Álvarez (Jerez de la Frontera, 1969) se ha ganado credibilidad en el cine español ( Jarrapellejos, Cha, cha, cha ). Premiada hace años en el Festival de Estocolmo y de Cartagena de Indias con su personaje en La madre muerta , de Juanma Bajo Ulloa, no se había implicado en la televisión hasta que le ofrecieron un título del que defiende su calidad, Quart , la serie inspirada en la novela de Arturo Pérez Reverte La piel del tambor que emite Antena 3. Álvarez cree que el público está madurando, que cada vez elegirá mejores series y que poco a poco se verá otra televisión en España. ¿Desconcertada por los datos de audiencia? Hay calidad. Además, tiene intriga, un triángulo amoroso, y es un producto muy orientado a la televisión. Usted ha hecho poca televisión ¿Por qué? O bien porque estaba haciendo cine o porque lo que me han ofrecido no me ha gustado. Lo bueno de Quart es que tiene lo mejor de la tele, es decir, que la ve todo el mundo, y la calidad del cine. ¿Qué le parece la televisión como espectadora? Los gustos del público están madurando y se están eligiendo buenas series, aunque por ahora sean la mayoría norteamericanas ya que las españolas aún están por detrás. Poco a poco se está empezando a ver otra televisión. En Quart interpreta a una restauradora de arte, una mujer con un poso muy dramático... Es una mujer profesional, muy de hoy, fuerte y luchadora. Un personaje bonito, con muchas contradicciones a nivel sentimental y humano. No me identifico mucho con mis personajes, pero en este caso sí, desde el amor profundo que tengo a mi trabajo, como Macarena al suyo. ¿Y en los conflictos sentimentales? En una situación como la de Macarena, nunca. Quiere a dos hombres de distinta manera. Está entre dos amores. En su día amó al sacerdote, pero eso no puede fructificar. Rehizo su vida, y de repente él vuelve a aparecer. Le han dado sobre todo papeles de intensidad dramática. ¿Encajan más con sus características? Sí es verdad que me dan más esos papeles, con lo cual tengo experiencia acumulada. Pero a mí no me importa tanto el género de una obra como que el perfil del personaje sea interesante, esté bien escrito. Se me conoce mucho por La madre muerta , que es un drama, y quizá por eso se destaca de mi ese rasgo dramático. Pero soy alegre, me encanta el sol y tengo buen humor, aunque a los directores les encanta verme llorar. Llegó a la interpretación a través de la moda... Yo quería ser periodista o escritora. Pero una vez que probé la interpretación no lo quise dejar. Llegué a Madrid y a través de terceros me propusieron ser modelo. A esa edad te ofrecen viajar y dices que sí rápidamente. Estuve en Japón, Grecia... Viajé mucho. Y raíz de entonces me ofrecieron intervenir en una película. En definitiva, una serie de casualidades fantásticas, pero después de hacer el primer largometraje me metí en la Escuela de Arte Dramático y dejé todo porque para ser actriz no hay que estar tonteando con otras cosas. Con la distancia del tiempo, ¿cómo ve ahora la polémica sobre el peso y las tallas de las modelos? Me parece bien que se regulen estas cosas por el mensaje que dan las modelos y por una cuestión de salud. El atractivo físico le abrió las puertas... Abre tantas como cierra. Cuando los personajes se describen sólo porque son atractivos, cosa que pasa, suelen ser papeles horrendos, sin contenido. El cine está muy en mano de hombres y cuando sólo se busca que una actriz sea guapa pintan personajes poco reales que cuesta sacar adelante. Tengo suerte en Quart porque Macarena es un personaje precioso. Y en La madre muerta , Juanma Bajo Ulloa fue muy valiente porque confió en mí para un perfil muy complicado.