Diario de León

EL INVENTO DEL MALIGNO | Con detalle |

Suicidas «Desaparecida», el calvario de las ausencias

TVE-1 estrena un drama realista sobre el caso de una joven en paradero desconocido

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JOSÉ JAVIER ESPARZA Mercedes Rodríguez - madrid
León

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Si los periódicos publicaran la noticia cada vez que un joven se suicida, hoy tendríamos en España hacia el suicidio juvenil la misma sensibilidad que hemos desarrollado hacia la violencia contra las mujeres, por ejemplo. Pero el suicidio juvenil -segunda causa de muerte en ese segmento de edad, después de los accidentes de tráfico- no ocupa la crónica de sucesos, luego a efectos públicos no existe. Esta semana CSI Nueva York exponía un caso llamativo: un asesinato en el entorno de un grupo de jovencitas suicidas . Las adolescentes componían una tribu que se llamaba así, suicidas , y que desarrollaban una estética de tipo entre fantasmal y heavy . Detrás, una enmarañada madeja de problemas familiares, inadaptación social, exceso de consumo, quizás exceso de bienestar. Hace sólo quince años, estas cosas se planteaban en los relatos televisivos como una reivindicación del derecho de los jóvenes a ser diferentes . Hoy se plantean como un problema de moral social. En realidad, la mayor parte de los productos extranjeros que vemos en televisión plantean problemas de tipo moral-social. ¿Y en España? Es muy interesante constatar que en España, hoy, el debate sobre cuestiones morales está muy mal visto: uno entra en materia ética y enseguida hay alguien que te acusa de «predicar moralina». Cuando la discusión moral no puede pasar ni siquiera ese primer nivel, es decir, el del planteamiento, es porque existe un veto implícito por parte del interlocutor: hay cosas de las que, simplemente, no se quiere oír hablar. Ese ambiente es el mismo que uno palpaba en Francia, los Estados Unidos o Gran Bretaña hace veinte años. En esos países todo es hoy completamente distinto (no hay más que ver la problemática moral de CSI , por ejemplo), pero aquí llevamos el habitual retraso horario en materia de ideas. Y así, por ejemplo, un género tan binario como suele ser el policiaco -buenos contra malos- muestra aún en la producción española una lectura moral difusa, donde los campos del bien y del mal han borrado sus límites. Un gráfico ejemplo es RIS Científica , donde el bueno no es propiamente bueno, sino simplemente simpático y enrollao , y donde los malos actúan frecuentemente movidos por causas «comprensibles». La evaporación del bien es muy visible en otros géneros. Por ejemplo, ahora tenemos en TVE-1 ese formidable dramón que es Herederos y el espectador comprueba que el bien no tiene abanderado y quienes podrían desempeñar ese papel son tontos o pusilánimes. Lo mismo pasaba en aquel otro gran dramón frustrado que fue La dársena de poniente . Si la televisión refleja el espíritu de una sociedad, hay razones para ponerse mustio. La noche en la que Patricia cumple 18 años negocia con sus padres la hora de llegada a casa. Quiere aprovechar al máximo las fiestas del pueblo y se marcha animada, pero no vuelve. El calvario de las familias con seres queridos desaparecidos no son tan mediáticos como el caso Madeleine, pero son miles las personas que pasan por este trance en España. TVE-1 estrena este miércoles (22 horas) Desaparecida , una drama realista que refleja esta situación en una serie sin precedentes en la ficción que tiene como protagonista a la citada joven. «La serie se aparta radicalmente de la ficción española y pondrá de manifiesto los peligros y la fragilidad de nuestro sistema social», afirma el director de TVE, Javier Pons, acerca de este título producido por Ganga, los creadores de Cuéntame cómo pasó , que tiene como protagonistas a Carlos Hipólito, el papel de padre de Patricia; Luis Martín, Lola, la madre; Miguel Ángel Solá, que es el teniente de la guardia civil que está al frente de la investigación, y Beatriz Ayuso, en el papel de Patricia, la desparecida, cuyas intervenciones en la serie se desarrollan a través de flash back que reconstruyen su pasado. Completan el reparto Francesc Tormos (Diego, el hermano mayor), Marina Sala, (Cristina, la prima), la pequeña Bárbara Mejer (la hermana), Carlos Kaniowsky (Gerardo, el tío) y Santi Marín (Rubén, el novio) El día a día de esa familia, que vive en un pueblo imaginario a las afueras de Madrid, cuando cierran las puertas de su casa, y las investigaciones que lleva a cabo la Guardia Civil son el nudo central de las tramas de esta serie que, aventura el director de TVE, «dará que hablar». Ramón Campos, productor ejecutivo, matiza que se trata de una serie complicada a priori porque es un drama realista muy duro. Es una producción de alto coste que ha necesitado la transformación de un edificio entero en cuartel de la Guardia Civil. Luisa Martín y Carlos Hipólito reconocen que se enfrentan a dos papeles delicados por la concomitancia que tienen con una realidad muy dura. «No lo estamos viviendo como una ficción más porque cualquiera puede sufrir esa locura de que desaparezca un hijo, lo peor que puede ocurrirte en esta vida», señala la actriz. «Los protagonistas pueden ser los vecinos de cualquiera de nosotros», añade Hipólito. «La serie cuenta eso que no vemos desde fuera, cómo sigue adelante una familia con una cama vacía, teniendo que hacer la comida, ir a por el pan», agrega este prestigioso actor que afronta su primer papel protagonista en una serie televisiva. El equipo de la serie precisa que no hay ninguna inspiración en el caso Madeleine ya que la nueva producción se empezó a gestar un año antes de este suceso. En suma, la serie puede parecerse a cualquiera de las desapariciones que cada día ocurren en el mundo, y, ante todo, los autores de Desaparecida mantienen que se ha huido de la frivolidad y que no hay concesiones al morbo. Por otra parte, subrayan que la mayor parte de las desapariciones no trascienden a la prensa, y cuando lo hacen en pocos días se olvidan. «Pero las familias siguen adelante, porque tras las primeras semanas llega lo peor. El gran apoyo inicial que reciben comienza a diluirse y las fuerzas de seguridad se enfrentan a barreras que hacen muy difícil que la investigación siga avanzando con la urgencia que necesitan los familias», recalca Ramón Campos. Los autores de la serie reconocen que Desparecida tiene ciertos rasgos de Padre coraje , «solo aquí se centra más en el drama familiar, y la Guardia Civil colabora en todo momento, mientras que en la anterior ponían trabas a la investigación del padre», puntualiza Miguel Ángel Bernardó, productor ejecutivo de la serie. Desaparecida constará de 13 episodios que llegarán hasta Navidad, momento en que «se sabrá ya dónde está Patricia». Después, la audiencia decidirá.

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