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| Reportaje | El misterio de los huesos |

Lo que no tiene nombre

León lleva esperando catorce años a que el equipo de treinta investigadores dirigidos por Encina Prada dé a conocer, como prometió, la identidad de los enterrados en el Panteón Real

Foto tomada en 1997 de Encina Prada junto a otro investigador con la recreación de Vermudo III

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V. Viñas - león
León

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Los reyes y nobles enterrados en San Isidoro no tienen nombre. Tampoco hay nombre para describir que un equipo de treinta investigadores, dirigidos por la antropóloga Encina Prada, haya necesitado catorce años para llegar a la conclusión de que Vermudo III era varón y Sancha, mujer. Esta treintena de especialistas se encerraron durante quince días en el Panteón Real con la promesa de averiguar la identidad de los 93 cuerpos allí enterrados. La misión de aquel equipo de «cerebros» era reparar el agravio cometido por las tropas napoleónicas en 1809. Unos 2.000 soldados franceses, bajo el mando del general Soult, convirtieron San Isidoro en cuartel, profanaron los sarcófagos para saquear sus joyas y esparcieron por el suelo los restos mortales, mezclando caóticamente los huesos. Resulta asombroso que el núcleo de la investigación, centrada en las pruebas de ADN a que se sometieron algunos huesos y piezas dentales de los esqueletos, apenas ocupe cuatro folios de los más de 600 recopilados por Encina Prada. Cuatro páginas absolutamente reveladoras, en las que se reconoce que «el mal estado del material osteológico y la falta de indicios específicos de carácter personal ha frustrado el intento» de poner nombre a los reyes de León. También choca la falta de consenso sobre el número de esqueletos. El informe final habla de 84, aunque la directora del trabajo, en un adelanto que publicó en 1998, se refería a 93 cuerpos. Da la sensación de que la investigación, lejos de despejar dudas, ha abierto grandes interrogantes. De ahí que no resulte extraño que la Junta quiera someter los datos y conclusiones obtenidos hasta el momento al veredicto de otros especialistas, para poner en claro si es o no posible descifrar el secreto mejor guardado de San Isidoro.