El autor de Celama confiesa que le gustaría escribir «novelas eternas»
Mateo Díez: «La mayor maldad es la que maltrata la infancia»
El escritor leonés reivindica la bondad y la inocencia en su nueva novela, «La gloria de los niños»
El escritor leonés Luis Mateo Díez reivindica los valores de la inocencia y la bondad en su novela La gloria de los niños , una obra en la que reflexiona sobre la infancia, «esa edad misteriosa que deja una huella indeleble» en el ser humano y para la que el autor pide el máximo respeto. «No hay mayor maldad que la que pervierte o maltrata la infancia», afirmó ayer el escritor en una entrevista con Efe, en la que desgrana las claves de este libro, narrado con «la aureola de los cuentos populares» y en el que rinde «un cierto homenaje al neorrealismo» y a la novela picaresca. La infancia y la adolescencia han estado siempre muy presentes en la amplia obra de Mateo Díez (Villablino, León, 1942), situada buena parte de ella en esa provincia imaginaria que el escritor ha ido dibujando libro a libro y que le da «la posibilidad de romper con el tiempo». «Me gustaría escribir novelas eternas. Yo en eso sí que soy ambicioso», asegura este novelista que habla en sus libros de «las cosas sustanciales que le suceden al ser humano» y que se considera «un escritor absolutamente contemporáneo», aunque sus novelas no reflejen «la actualidad político-histórica». Publicada por Alfaguara, La gloria de los niños cuenta «una fábula» protagonizada por Pulgar, un niño heroico al que Mateo Díez convierte en símbolo de los niños de la posguerra, de la española y de las que pueda haber en cualquier parte del mundo. «Es un niño del desamparo, un niño de la orfandad, de la desgracia, que me gustaría que se pudiera ver un poco con el rostro de tantos otros niños actuales que están sufriendo en el mundo», señala el escritor. Ese niño, cuya madre ha muerto a causa de una bala perdida en la guerra, se ve obligado a cumplir la encomienda final que le hace su padre, poco antes de fallecer: buscar a sus tres hermanos que fueron repartidos entre los vecinos tras los bombardeos que asolaron Larmina, una ciudad situada en el noroeste peninsular, en un lugar próximo al de Celama, su aclamada trilogía.