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| Entrevista | Miguel Ángel Solá |

«La diferencia entre ser humano o cosa es sutil»

El intérprete rompe su silencio un año después del accidente que le obligó a posponer su gira con «El Diario de Adán y Eva»

El actor Miguel Ángel Solá en la serie «Desaparecida»

Publicado por
Alonso Rodríguez - madrid
León

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Hace poco más de un año, una ola le dejó varado en plena gira del mayor éxito teatral de los últimos tiempos. Su Hoy: El Diario de Adán y Eva, de Mark Twain , de la que es coautor y protagonista junto a su mujer, Blanca Oteyza, no necesita presentación. Pasó por León, y a León tenía que haber venido si no llega a ser por un golpe de mala suerte, ocurrido en la playa de Las Canteras de Las Palmas, el 26 de septiembre de 2006, que dejó maltrecha su espalda. Pero Miguel Ángel Solá, bonaerense y ya un poco español, está de vuelta. Solá es de esos intérpretes que dignifican el medio, porque nunca sería capaz de tomarse su trabajo como otra cosa que no sea crear desde la máxima calidad. Es el actor infalible. -¿Quién fue la lumbrera que llamó a protagonizar «Desaparecida» a los dos actores de los dos mayores sucesos teatrales de los últimos años? -Se llama Miguel Ángel Bernardéu, creador de Cuéntame . Agradable persona, arriesgado productor, inteligente -categoría superior a la de astuto-, y visionario. ¿Cómo lo hizo? Aplicando la receta de la abuela: rodeándose de talento; abriendo sus puertas a un escritor y productor gallego y apasionado (Ramón Campos); convocando a cuatro directores de aúpa: Carlos Sedes, Jorge Sánchez Cabezudo, Manuel Palacios y José María Caro, que tratan al actor como material imprescindible, y a sus técnicos y colaboradores como pares; contagiando su fervor a los directivos de la tele pública, que lo han hecho verdaderamente bien. Lumbrera, sí. Y sin explotar a nadie. -La necesidad de resultados inmediatos ¿Cómo afecta al trabajo creativo? -A veces... Como en todas partes, la raza ejecutiva está compuesta por personas que se animan a dar un paso al frente, y por simples copiones. Que los segundos sean mayoría no impide que los primeros puedan, muy de vez en cuando, dar un golpe al tablero. Desaparecida es un ejemplo, y, el que haya calado hondo en el público, puede animar a los copiones a creer que vale la pena jugar a ser personas. - ¿Por qué ha gusta «Desaparecida»? De hecho, ya la lo hace como el mejor debut de la temporada¿ -Porque es auténtica. Porque habla de aquello que nos afecta directa e indirectamente. Porque nombra cada miedo y lo desenmascara. Porque nos hace saber que no estamos solos. Porque hace brotar y renovar el amor por quienes queremos sin dobleces. Porque muestra que lo malo siempre es peor. Porque la ética existe. Porque las conciencias están, como mucho, dormidas, no muertas. Y porque está bien escrita, bien realizada, bien dirigida, bien actuada, bien pensada, bien producida, bien parida, y bien defendida por el canal y por el público. -¿Qué deben ver los actores, cuando miran a la vida? -Aquello que el personaje vea, como lo vea y en el instante en que lo vea. Cada ente que cada escritor rescata del complejo mundo del espíritu reclama una singularidad de trato, la propia. Para eso estamos los actores, para atrapar sus ideas y emociones en la pesadez física y darles esa vida corpórea posible que reclaman. -¿Por qué cree que sus trabajos impactan tanto en la gente? -La moda dictamina que los periódicos y las revistas difundan con avidez a aquellos y aquellas que se la menean con aquellas y aquellos que salen en los periódicos y las revistas. No tengo edad ni calorías suficientes para lograr espacio. -Por cierto, siendo actor, ¿se entiende mejor esto de vivir? -Yo no separo el trabajo de la vida. Es mi parte más significativa en el plano individual, y mi inserción en lo colectivo. Trabajando para la vida se entiende mejor el vivir. Siendo actor o siendo lo que se elija ser. Eso creo. -¿Cómo ha podido congeniar otros trabajos con esa dedicación casi exclusiva que exigía «Hoy: El Diario de Adán y Eva»? 1397058884 El Diario ha sido durante once años el paraíso del que cada vez que he salido para averiguar qué había fuera de él, me he chamuscado los dedos como poco. El «complemento» jamás ha tenido la entidad, el porte, el contenido, el abrazo sostenido y la recompensa que El Diario me ha dado. Quien lo haya visto no necesitará de los medios para recordarme de por vida. -En Argentina, se le escucha como un corroborador de ideas que muchos piensan. ¿Hasta qué punto puede soportar uno ser portavoz reivindicativo en un mundo como este? -Soy portavoz de mí mismo. Tengo mis propios asaltos con la vida y me he llevado los golpes que me han correspondido; nadie metió su cara para aliviar la mía. Curado: otra vez al cuadrilátero. He sido y soy un ciudadano indignado. Es mi obligación y mi derecho personal. Si alguien siente lo que expreso, que se tome el trabajo de sumarse a la tarea para saber que está. Que no se escude en mí. -¿Cómo anda de salud después del accidente? -Como Pinzón, escrutando el horizonte para gritar alguna vez ¡Tierra a la vista!. -¿Qué ha visto de nuevo, de diferente, de descubrimiento, desde aquel 26 de septiembre de 2006? -Que es muy sutil la diferencia entre ser humano y ser cosa. Y que esa sutileza depende del amor.

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