EL INVENTO DEL MALIGNO | Entrevista | Elena Furiase |
Guionistas «Es muy difícil hacerte un hueco»
Una de las jóvenes protagonistas de «El internado», en Antena 3
La crítica popular -y, a veces, también la profesional- ha reprochado con frecuencia a la tele su falta de inteligencia. Por eso se habla de la caja tonta para referirse al infame aparato. Es un juicio excesivo, porque en la tele, como en otras cosas humanas, hay muchas inteligencias: la de los productores, la de los actores, la de los técnicos El hecho de que esas inteligencias se pongan ocasionalmente al servicio de fines poco nobles no anula el juicio anterior. Uno de los capítulos donde más rica es la inteligencia televisiva es el de los guiones: quién escribe las historias. Y es justamente este gremio el que acaba de declararse en huelga en los Estados Unidos -dos semanas llevan ya- para pasmo del mundo entero excepto, precisamente, los propios estadounidenses, porque los rifirrafes dentro de la industria audiovisual no son cosa de ahora, sino tan viejas como Hollywood. ¿Qué les pasa a los guionistas? Por decirlo en dos palabras, que quieren más dinero. «Lo de siempre», pensará el lector poco avisado. Pues sí, pero con el agravante de que a los guionistas no les faltan razones, porque, siendo como son la materia gris del negocio, su situación económica dista de ser envidiable. Todo esto empezó cuando a los estudios (las grandes factorías de la producción) les dio por conceder fuertes tajadas de la taquilla -cinematográfica primero, televisiva después- a los actores estrella y a los directores. Con ese sistema de repartir el pastel, a las productoras les ha ido quedando un trozo relativamente pequeño de la tarta y con él tienen que pagar todos los gastos fijos -entre ellos, el de los guionistas- y, además, restar los beneficios propios de la empresa. Resultado: poco hay de donde tirar. Si las productoras aumentan los salarios de los guionistas, se arriesgan a ver muy disminuidos sus beneficios empresariales, y eso es pecado en el reino de la cantidad. La actual situación tiene un precedente inmediato: la huelga de 1998, que terminó con muy escasas mejoras para los huelguistas. La cuestión estriba en saber por cuánto tiempo puede ahora mantenerse el espectáculo con los guionistas de brazos cruzados. Es verdad que varias teleseries y varios shows de importancia han tenido que parar, pero la tele sigue funcionando, el público sigue ahí detrás y, por el momento, la avalancha de reposiciones que ha caído sobre los norteamericanos no está teniendo ningún efecto: no hay multitudes ante las puertas de las cadenas para reclamar que se reanude la emisión de tal serie o cual programa. Ocurre que allí, como aquí, el público ve mucho la tele, pero no vive para ella. Por decirlo en dos palabras: la tele funciona ahora sin inteligencia y nadie advierte la diferencia. Los guionistas no lo van a tener nada fácil. A Elena Furiase le va a costar quitarse la etiqueta de nieta e hija de porque, aunque no se ha cambiado el nombre, todos saben que es una de las Flores . Pero esta actriz de 19 años lo lleva muy bien y asume sin enfadarse que todos le preguntan por Lola Flores y Lolita. Con la única experiencia de haber hecho pequeñas obras de teatro con un grupo independiente y ensayos con su progenitora para La chunga , obra que no se llegó a estrenar, Furiase se presentó a una prueba para El internado y consiguió un papel fijo en la serie de Globomedia que hace una semana inició su segunda temporada en Antena 3. Muy liada por las muchas horas que pasa en el plató «y luego están las entrevistas, las fotos, los estrenos...Todo esto forma parte de la profesión, es lo que toca. No digo que hacer entrevistas sea la parte mala de la profesión porque te das a conocer, es bueno para llegar al público», Elena Furiase se expresa con una sorprendente madurez para su edad. -No parece llevar mal lo de las entrevistas. Entonces, ¿qué es lo más negativo del oficio que ha escogido? -Pues lo de la vida privada. Ya queda poco de privada, pero algo queda... -El pasado miércoles, Antena 3 inició el segundo ciclo de El internado . Al ser la serie revelación de la cadena, había muchas expectativas. -Todos esperábamos un poquito más, fue un poco choque. La competencia era muy grande porque se emitió el capítulo 200 de Hospital Central y el desenlace de Desaparecida . Tuvimos un 17% de cuota, lo que no está nada mal. Seguro que con el episodio de mañana subimos. Nosotros estamos bien, tranquilos, porque las nuevas tramas vienen cargada de emoción. Además, el Ondas nos apoya, tener ese premio en la espalda nos llena de ilusión y ganas de seguir. No estamos asustados porque esta serie da para mucho. -¿Cómo evoluciona su personaje, Victoria? -Al principio es una chica humilde y muy estudiosa que está en ese colegio gracias a una beca. No quiere decepcionar a su madre e intenta ayudar a su familia. En las siguientes emisiones se ve que deja un poco de lado los estudios, incluso están a punto de echarla, y se mete más a resolver los misterios. Hará cosas impensables en ella. De todas formas, es la más serena de todas sus compañeras. -La Elena Furiase del principio no se desenvuelve como la de ahora. -Es que en esta serie lo estoy aprendiendo todo: a estar en un plató, hacerme con la cámara y el micrófono, dar la réplica a los demás. En definitiva, estoy actuando. A lo mejor ya sabía lo que era interpretar, pero como nunca lo había hecho... Empecé como Victoria, descolocada, y ahora estoy mucho más suelta y tranquila. No me pongo como loca con las frases que me tocan, antes sí porque no sabía el tono ni como tenía que hablar. En los primeros capítulos estaba más rígida, y creo que se ha notado porque todas las críticas que me han hecho son buenas, lo que agradezco mucho porque me lo he currado. -¿Qué es lo que más le gusta de la televisión? -Antes, cuando la veía como espectadora, sólo pensaba cómo lo harían. Ahora, ya metida dentro, veo que su ritmo es casi inalcanzable. No tienes tiempo ni de respirar. Es la pequeña pantalla, pero aquí todo es a lo grande, monstruoso. Además, es muy difícil hacerte un hueco porque hay un montón de todos: de rostros nuevos, de programas, de series... -En El internado hay intérpretes de varias generaciones, unos muy conocidos y otros no tanto. -Y todos nos apoyamos mucho. Somos una familia. Los pequeños nos respetan a los jóvenes, nosotros a Luis Merlo y Luis a Amparo Baró. Veo a Amparo y flipo. Yo creo que la tele es tan cercana porque se funciona como en una familia. Yo tengo una en casa y otra aquí, en Globomedia. -Si algún día tiene que hacer trabajos alimenticios, puede que cambie de opinión. -Puede. Mira, desde pequeña sabía que quería ser artista: cantante, presentadora, modelo...Iba con mi madre y me picó el gusanillo. Y, como para modelo no tengo aptitudes y no sé cantar, pues lo mío era interpretar.