Diario de León

El templo leonés sufre ahora algunos efectos negativos de la rehabilitación del siglo XIX

Nadie garantiza los resultados de las restauraciones de la Catedral

El conservador del templo defiende en el congreso de Burgos que es mejor invertir en mantenimiento

León

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Nadie puede garantizar los resultados de una restauración en la Catedral de León. Esta tesis fue la que defendió ayer en la segunda sesión del congreso La Europa de las Catedrales - que se celebra en Burgos- el arquitecto conservador del templo gótico leonés, Mariano Díez Sáenz de Miera, quien explicó que ahora la seo leonesa sufre algunos efectos negativos de la gran rehabilitación llevada a cabo en el siglo XIX. Pese a las incuestionables buenas intenciones del arquitecto que en aquella época dirigió los trabajos, Demetrio de los Ríos, lo cierto es que, por ejemplo, las grapas de cobre que utilizó están ahora provocando graves efectos en la piedra. De hecho, este asunto fue uno de los puntos que Sáenz de Miera abordó con la ex ministra de Cultura Carmen Calvo en su última visita a la Catedral. La entonces titular de Cultura afirmó que tomaba nota del asunto y que los técnicos del ministerio intentarían encontrar la mejor solución. El arquitecto conservador de la Catedral leonesa explicó en Burgos que algunos métodos de restauración actuales no se sabe cómo van a funcionar a la larga. Esta fue en esencia la intervención de Sáenz de Miera, en un debate en el que participaron también los conservadores de las catedrales de Palencia, Zamora y Osma, según explicó a este periódico el administrador de la catedral leonesa, Mario González, presente en las ponencias. Sáenz de Miera también reclamó a las administraciones más inversiones en mantenimiento. «Cuanto más se gaste en conservación, más ahorraremos en restauraciones, que son más costosas». El Simposio Internacional La Europa de las Catedrales , que reúne en Burgos desde el miércoles a expertos de todo el mundo en la gestión y mantenimiento de estos monumentos, concluirá hoy con la exposición de las principales conclusiones. Los debates más intensos han girado en torno a la idoneidad de limitar o no el número de visitantes que reciben las catedrales. El Vaticano, por ejemplo, recibe 12 millones de visitantes al año; y 2,5 millones, la Sagrada Familia.

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