Pereira: «Los hay que, por querer ser breves, se quedan en un refrán»
Un dentista leonés embebido por los boleros; un ciclista frustrado, también de aquí; Ricardo Gullón, Ramón Serrano Suñer, Fernando Suárez, Leopoldo Panero¿ Todos circulan por la pluma magistral de Antonio Pereira en La divisa en la torre (Alianza Editorial), último libro de relatos del autor villafranquino, con el que demuestra ser un maestro del cuento y, más cortos o más largos, un grande de la literatura española. Ayer, en la Casa de León en Madrid, con Cándido Alonso, último Leonés del Año, como si fuera ameno periodista-presentador, Pereira dio a conocer, leyó y hasta explicó, este paisaje de relatos en los que hay nombres propios y otros de su invención, en una colección de historias que, ciertas o ficticias, explican un León que existe y existió. Pero al fin, pura literatura. Si leer a Pereira es un placer, verle leerse es impagable. Y, ayer, en Madrid, lo hizo como si estuviera entre amigos o entre la cercanía de un lector con un libro en las manos. Como es un autor total, sabe hacerlo. A Cándido Alonso ya le había inventado ese papel, casi literario, de contertulio en un encuentro íntimo pero con todo el público delante. Y hubo momentos en que parecía que, tan cómodos, se sentían solos como en alguna de sus múltiples sobremesas. Si quedó claro que Pereira mantiene intacto su sentido del humor, aún más patente quedó su literatura directa, que es la que le vale para ser convertida en un filandón, con guión en este caso, aunque Pereira, entre lectura y lectura, aportara acotaciones para que el público entendiera y se sumergiera en la propuesta. Para que el juego literario fuera total, el propio autor sacó a la palestra al político y abogado leonés Fernando Suárez, presente en el acto, al que recordó que aparece en el libro. Así, los personajes de La divisa en la torre , de alguna forma, pasearon por la tan literaria calle del Pez, mientras fueron leídos. Manuel Núñez, recientemente nombrado presidente del Tribunal de Cuentas, o la periodista Laura Garrido, y Úrsula Rodríguez, mujer de Pereira, entre otros, asistieron a una poderosa exhibición de lo que aún puede significar un buen libro. O un buen cuento. Y no, como definió Pereira, los que por querer ser breves se quedan en un refrán. Y dejó dicho que la culpa «es del mexicano ese del dinosaurio».