EL INVENTO DEL MALIGNO | Entrevista | Judit Mascó |
Manipulando «Quien apuesta en extremo por la belleza es que no tiene nada dentro»
La maniquí catalana conducirá este lunes la final de «Supermodelo» en Cuatro
El contenedor del sábado noche de Telecinco, La Noria , dedicó esta semana una suerte de debate a la cuestión de la financiación de la Iglesia. Como se sabe, a partir del año que viene la Iglesia deja de percibir asignación directa del Estado; ahora sólo recibirá lo que los ciudadanos marquen en la casilla correspondiente de su declaración de IRPF. El debate de Telecinco, sin embargo, iba a mayores: ¿Por qué ha de financiarse la Iglesia a través del IRPF? ¿No es eso injusto? En realidad no era una pregunta, sino que la injusticia se daba por supuesta. A partir de ahí, el espectáculo tuvo algo de tribunal popular (de los de la cheka) o de partido amañado por el árbitro. La manipulación del asunto se había tallado a golpes nada discretos con las herramientas más toscas que he visto en mi vida. Uno: la polémica se planteó en términos expresamente negativos, de denuncia y acusación. Dos: los testimonios recabados a modo de «ilustración» del problema eran unánimemente negativos, contrarios al acusado. Tres: el discurso de la acusación no se atenía a los hechos objeto de litigio -la cuestión de la financiación-, sino que acogía cualesquiera argumentos capaces de lanzar porquería sobre el acusado. Cuatro: el debate se organizó con una apariencia de pluralidad que, en realidad, era falsa, porque el banco de la acusación era compacto y el de la defensa era heteróclito, porque los fiscales hablaron más que los abogados y quitaban la palabra a éstos cuando les venía en gana, y porque el supuesto moderador -Jordi González- actuaba en realidad como acusador. Cinco: para que a nadie le quedara ninguna duda, después de esa parodia de debate -por otro lado- salpicada con «avances» tan sugestivos como la supuesta bastardía del 15% de los españoles o las hazañas genitales de los chicos de strip-tease- se dio paso a la denuncia de una señora que quiere «darse de baja» de la Iglesia y dice que no le dejan. ¿Es posible manipular más? Difícilmente. El espectáculo de La Noria ha sido una de las tergiversaciones más deshonestas que hemos visto en pantalla. Al final, el discurso editorial de La Noria , reiterado en el planteamiento del asunto, en el reportaje previo, en el debate y por el propio presentador, es que la Iglesia debe vender las catedrales (claro: las comprará Vasile para convertirlas en set de Gran hermano , ¿verdad?) y volver a los primeros tiempos, o sea, los de las catacumbas y los leones y tal. Particularmente proclive al retorno se mostraba Enric Sopena, el cual, por cierto, lo decía con la inequívoca expresión de quien, una vez en la arena, se pondría inmediatamente del lado de los leones. ¿Quién sabe? Tal vez estemos en puertas de un nuevo tipo de reality-show . Este lunes será la gran final de Supermodelo , el concurso de telerrealidad en el que una de las jóvenes participantes se ganará un contrato para iniciar su carrera de maniquí. A través de este programa, la catalana Judith Mascó se ha afianzado como presentadora de televisión, medio por el que dice apostar fuerte. Y es que a sus 38 años, esta profesional que brilló en los años noventa como una de las top model de mayor prestigio, tiene bien puestos los pies sobre la tierra y sabe que la belleza tiene fecha de caducidad. Renovarse o morir, Mascó, que recomienda no deslumbrarse como los valores estéticos, busca una nueva carrera como presentadora. -¿Qué características debe tener una buena modelo? -Cuantas más mejor. Obviamente nos movemos en un mundo de belleza y hay que tener unas características físicas. Eso es algo innato, que viene heredado, pero que no es suficiente. Por eso me gusta recalcar que una modelo no sólo es una chica guapa con un buen cuerpo. Si sólo fuera eso tendríamos una miss. Ser modelo es una profesión que hay que aprender, tanto para trabajar en pasarela, en publicidad o en fotografía. Hay que tener personalidad, carisma, fuerza, garra, y ser muy disciplinada. -En el programa de televisión, las chicas aspirantes sufren, lloran, están en tensión...¿Se pasa tan mal en la realidad para formarse como modelo? -No hay que olvidar que es un reality de entretenimiento. Pero todo tiene más verdad de lo que pueda parecer. Partimos de un tiempo récord de tres meses para formar a chicas que no saben nada de la moda y de esta profesión. Ahí está la gracia del reality. La presión viene dada por su juventud y ese poco tiempo para prepararse. Además, creemos que esa presión les puede ayudar a sacar toda su capacidad. -¿El programa es mero espectáculo o tiene una utilidad? -Las dos cosas. Es entretenimiento y puede abrir camino a futuras modelos, como ya he comprobado por anteriores ediciones. -¿Ha cambiado mucho el mundo de la moda desde que usted empezó? -Yo viví la época dorada, única, de las top-models en los 90. Las modelos eran lo más esperado en la pasarela, más que la ropa. La mujer era muy bien vista con curvas, y yo las tenía. Las modelos eran sanas, hacían gimnasia, y resultaban sexys. Además, destacaban el pecho. El gran cambio después de aquel esplendor ha sido pasar a una época andrógina. -Una exaltación de la delgadez que está trayendo polémica... -La mujer bella debe ser sana y tener curvas. No entiendo qué ha pasado, supongo que ha sido el puro esnobismo de la moda, el ir a contracorriente, lo que ha desembocado en esta situación de culto a la delgadez. -¿Está de acuerdo con que pesen a las modelos? -Estoy de acuerdo en poner unos límites, porque la sociedad se está volviendo enfermiza en ese sentido. Pero es difícil encontrar una solución y que sea a través de una báscula lo dejo en duda. -España es uno de los países que más utiliza la cirugía estética. ¿No estamos dando demasiada importancia a los valores estéticos y la belleza? -Sí. La belleza ha sido para mí una herramienta de trabajo. Yo tengo una familia, y le doy un valor profundo por encima de todo. Además, si toda tu vida gira en torno a la estética afrontarás peor el paso del tiempo, cumplir años y ver se acaba. Es enfermizo llevar al extremo la búsqueda de la belleza y la perfección. Quien apuesta en extremo por la belleza y la estética es que no tiene nada dentro. También es verdad que ahora los medios de comunicación están más presentes en nuestra vida y que desde ellos se muestran estos iconos de belleza.