Recuperando la memoria visual

Industrial, filántropo y fotógrafo, son algunas de las señas de identidad de Bernardo Alonso Villarejo, un berciano de Bembibre que, casi por casualidad, se ha convertido en uno de los referentes de la fotografía leonesa durante un corto espacio temporal situado a la mitad del pasado siglo. El Instituto Leonés de Cultura ha rescatado las fotografías de este artista que vivió en el anonimato para realizar con ellas una magna exposición y un libro que en las próximas navidades mostrará las placas más sobresalientes de Alonso Villarejo, continuando así con la recuperación de la memoria gráfica provincial que la Diputación Leonesa viene procurando desde hace algún tiempo con la publicación de la obra de los más destacados fotógrafos de la provincia. Cuenta uno de los coordinadores de la muestra, Amando Antolín, que conoció casualmente algunas fotos de Alonso Villarejo en un hotel regentado por una sobrina del artista: «Me fijé en ellas -comenta- porque ya tenía alguna noticia de sus trabajos, y al verlas expuestas en las paredes del hotel pregunté si había algún archivo con los negativos originales. Me dijeron que sí y la familia se puso a mi disposición para revisarlos. Fui de sorpresa en sorpresa, pues me encontré con unas fotografías que estaban a la altura de las de cualquiera de los fotógrafos europeos de los años cincuenta. Puse en conocimiento del Instituto Leonés de Cultura este hallazgo y gracias a su interés hemos podido efectuar el rescate de esas imágenes olvidadas». Película documental Pero, además, con la colaboración del otro coordinador de la muestra, Jesús Palmero, se ha realizado un documental que también se estrenará en las próximas navidades, y en el que se recoge la vida de este ilustre berciano. Bernardo Alonso Villarejo nació en Bembibre en noviembre de 1907. La circunstancia de pertenecer a una familia de industriales de esa villa determinó su trayectoria y formación. Hombre independiente, solitario, taciturno, viajero constante, gran lector, de vasta cultura, se dedicó al coleccionismo de sellos y relojes, sus dos grandes aficiones, aunque la poesía y la fotografía serían su verdadera vocación. Alonso Villarejo falleció en 1998 y con él se fue uno de los últimos espíritus románticos del siglo XX. En torno a los años cincuenta comienza a fotografiar con su Leica todo lo que le rodea, tanto en España, como en cualquier rincón de Europa, donde viajó asiduamente, especialmente a Italia y Alemania. Paisajes, retratos, bodegones, o escenas de gran valor etnográfico resumen sus temas favoritos. Así fue acumulando un legado que pone de manifiesto su enorme capacidad artística. Cada una de sus fotos no era un producto de azar, sino de una reflexiva meditación que es clara muestra su madurez artística. En sus fotografías se presenta como virtuoso de la composición y auténtico maestro del claroscuro. Su archivo fotográfico consta de unos 3.000 negativos de los que la institución provincial ha seleccionado unos 800, mientras que en la muestra, ya inaugurada en la sala Provincia del Instituto Leonés de Cultura, se exhiben ochenta. Horario: de lunes a viernes de 11.00 a 14.00 y de 18.00 a 21.00, festivos, de 11.00 a 14.00. Calle Puerta de la Reina, 1 (ILC).