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EL INVENTO DEL MALIGNO | Con detalle |

Tertulias Los niños se vuelven adultos frente a la televisión

Los expertos recomiendan sanciones ante los excesos en los contenidos

Publicado por
JOSÉ JAVIER ESPARZA Mercedes Rodríguez - madrid
León

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A Susana Griso se le ocurrió el otro día la extravagante idea de llevarme a su programa, Espejo público , en la matinal de Antena 3. Un servidor suele ir adonde le piden, primero por cortesía, y luego por vanidad. Además de que debo de ser el único crítico de televisión que saludó con alborozo la iniciativa de Antena 3 de vestir su matinal con un informativo -este Espejo público - pese a las pocas expectativas de audiencia, de manera que habría sido inconsecuente no acudir a la cita. El tema propuesto era esa sandez norteamericana de calificar para mayores de 18 años el viejo Barrio Sésamo . Usted no sabe cuánto le impresiona a un crítico de televisión asistir a un programa de la tele en directo. Para el común de los mortales ya suele resultar impresionante: por el tráfago de carreras por los pasillos, por los zafarranchos de iluminación, por las urgencias de plató. A todos esos sentimientos, el crítico añade una evidente impresión de riesgo físico, porque tu oficio consiste, entre otras cosas, en dar caña al mundo televisivo, y no sabes en qué esquina te vas a cruzar con alguien que te la tiene jurada. No hubo tal, por fortuna: gente muy cortés, la de Espejo público . Una vez en el plató, la sonrisa de Susana Grisso te recibe, te desarma y tú ya vas vendido (¿Por qué cree usted que es tan peligrosa la gente de la tele? ¿Por agresiva? No: por encantadora). En estos programas cabe todo y lo contrario de todo: temas de actualidad urgente tratados en profundidad y con acierto (ayer, por ejemplo, el escándalo del aborto en barra libre) y, a la vez, escándalos un tanto artificiales planteados de manera tal que es imposible tomárselos en serio. ¿Esto es así porque esas gentes son malos profesionales? No: esto es así porque estás llenando horas y horas de televisión con un argumento distinto cada diez minutos y hay que ser un fenómeno para sacar matrícula de honor en todas las asignaturas. Para que al público no le dé tiempo a aburrirse, a cada uno de esos argumentos le corresponde un minidebate entre dos invitados fijos; en lo mío, lo de Barrio Sésamo , eran Javier Val y Massiel, que son a su vez como Epi y Blas. El debate consiste, en realidad, en sólo dos ideas, una por cada parte; cualquier prolongación obligaría a hacer más lento el ritmo, es decir, pecado mortal. Tú llegas, hablas y te vas. Cuando sales, ya hay otro haciendo lo mismo que habías hecho tú. El calidoscopio sigue girando, la vida sigue pasando y la tele la sigue contando según Dios y la parrilla le dan a entender. Te vas con la impresión de que dejas tras de ti el vacío. Afuera, sin embargo, alguien te dice que te ha visto (porque siempre hay alguien que te ha visto), que hablas como Demóstenes, que das muy bien en pantalla El vacío se llena de Ego. Eso es la televisión. Alrededor de seiscientos mil niños de 4 a 11 años ven la televisión en horarios protegidos para menores. Aún no hay estudios que desvelen qué efectos pueden tener en los chicos los valores que se transmiten en los talk show , tertulias de corazón y otros magacines destinados al consumo de los mayores. La competencia feroz, con dos nuevos operadores, no da tregua a crear espacios destinados a los más pequeños, por lo que éstos se comportan como adultos viendo la televisión. A falta de una autoridad audiovisual que ponga freno a los excesos, debería existir un código de autorregulación que, al menos, tuviera competencias para imponer sanciones .Esta es una de las reflexiones que pusieron de manifiesto distintos expertos en las jornadas El imaginario audiovisual y sus valores para la infancia y la juventud , organizado por el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. Aunque los estudios ponen de relieve una cierto alejamiento de la audiencia menuda de la televisión, en beneficio de internet y otras tecnologías, la pequeña pantalla convencional y en analógico aún es muy importante en la vida de los menores, según apunta el profesor de teoría de la comunicación Alejandro Perales, presidente de la Asociación de Usuarios de la Comunicación (AUC). A su juicio, los chicos ven en la pantalla programas de tarde «inadecuados en el fondo y en la forma», situación que sólo se sortearía con una profunda revisión de las parrillas. Las televisión no están dispuesta a adoptar estos cambios en pleno fragor de la competencia. Sólo las cadenas públicas tendría capacidad para dar un giro, apuntan los especialistas. Pero tampoco la programación infantil de los canales temáticos es educativa ni forma en valores. «Además de inadecuada y poco pedagógica, la oferta infantil es un mero vehículo publicitario», afirma Perales, que cree en la necesidad de generar más formatos para los menores como documentales, debates y programas informativos. Además, los chicos se han acostumbrado a los programas de adultos, «les gusta». «Mientras los chicos se adulterizan , los mayores se infantilizan », sentencia Eduardo García Matilla, profesor del Instituto de Empresa y presidente de la empresa de análisis Corporación Multimedia. Así, hay espacios como Escenas de matrimonio que se sabe que ven los niños. «La dura competencia nos trae en horarios protegidos contenidos tan salvajes como Padre de familia », indica García Matilla en alusión a la serie de dibujos animados que programa La Sexta. Este especialista también destaca el papel de los menores como promotores de contenidos a través de páginas como YouTube. La red se ha convertido en un arma sin control para los niños que acceden a contenidos más que inadecuados, según pone de manifiesto un reciente informe de Unicef. Las cadenas firmaron un código de autorregulación con el Gobierno en diciembre de 2004. En este documento establece una amplia franja de protección para los menores de 6:00 a 22 horas. Además, se incluye una «protección reforzada» entre 8:00 a 9:00 horas y de 17:00 a 20 horas. Una comisión de seguimiento, en la que están incluidas cadenas y organizaciones representativas, velaría por el cumplimiento que hoy, coinciden los especialistas, es papel mojado. En una reciente reunión con los operadores, la vicepresidenta de Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, incidió en la responsabilidad de las cadenas con la audiencia infantil y solicitó «un nuevo impulso y una renovada atención» a aquella iniciativa. También les pidió que pusieran en marcha las campañas de sensibilización que el código prevé. García Matilla cree que esta sensibilización debería hacerse llegar a los propios profesionales que trabajan tanto en productores y cadenas, como los guionistas. En todo caso, los especialistas del foro convocado por el Ministerio de Asuntos Sociales apuntan la necesidad de una autoridad audiovisual con capacidad sancionadora.

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