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| Reportaje | Arqueología submarina |

Egipto busca tesoros perdidos bajo el Nilo

Arqueólogos y buceadores quieren recuperar obeliscos de 400 toneladas, esculturas faraónicas y otras joyas

Publicado por
Enrique Rubio - el cairo
León

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Un grupo de arqueólogos y buceadores egipcios ha emprendido el ambicioso y peligroso proyecto de recuperar los tesoros de la antigüedad que yacen desde hace más de 3.000 años en el fondo del Nilo. Bajo los lodos del mítico río, el tiempo ha enterrado obeliscos de 400 toneladas, esculturas faraónicas de granito y otras joyas que seis expertos del Departamento de Antigüedades Subacuáticas comenzaron hoy a rastrear en Asuán, en el sur de Egipto. El director del departamento, Alaa Mahrus, explicó a Efe que la primera parte de la misión se dedicará a hacer un «mapa del tesoro», mientras que en fases posteriores se estudiará cómo sacar del río los objetos hallados. El proyecto, como en tantas ocasiones, parte de un viejo anhelo. Los egiptólogos llevan décadas cavilando sobre las maravillas que oculta el Nilo bajo sus aguas, los tesoros que se perdieron en barcos hundidos o mientras eran cargados en las embarcaciones para ser transportados. Hace un año, Zahi Hawass, jefe del Consejo Superior de Antigüedades e implacable supervisor de la arqueología en Egipto, preguntó a Mahrus si su equipo tenía la preparación para lanzarse al Nilo. «Le dije que era difícil, porque nuestra experiencia y nuestra equipación siempre han servido para trabajar en el mar, pero inmediatamente nos entusiasmó la idea», recuerda Mahrus. La primera misión abarca desde Asuán, de donde se extraía el granito con el que luego se erigieron las monumentales construcciones faraónicas, hasta Abidos, unos 300 kilómetros más al norte. Hay muchas esperanzas de hallar restos en buen estado, porque el barro del río ha cubierto en muchos casos las antigüedades y porque la mayoría están hechas del resistente granito. Sin embargo, ese mismo lodazal que ha contribuido a mantener intactos los tesoros del Nilo supone un obstáculo para su recuperación, ya que los hace difícilmente detectables. Para ello, el equipo cuenta con un sistema de recolección de datos sísmicos llamado «boomer», que envía señales reflectantes sobre los estratos del lecho marino que permiten saber si hay algún «elemento no natural» bajo la tierra. Junto al «boomer», un sónar detecta los artilugios más superficiales y un GPS señala el punto exacto donde se ha hecho el hallazgo.