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EL INVENTO DEL MALIGNO | Con detalle |

Aída TVE refuerza la información con el estreno de «Repor»

El nuevo programa de reportajes mostrará la realidad cotidiana

Publicado por
JOSÉ JAVIER ESPARZA Ch. L. Monjas - madrid
León

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Ha vuelto a pantalla Aída , la serie suburbana de Globomedia que emite Telecinco. El estreno de los nuevos episodios fue triunfal: casi seis millones de espectadores, una cuota de pantalla del 30,9%. En número de espectadores, lo más visto de la semana en Telecinco. No cabe duda de que estamos ante uno de esos productos que marcan estilo. Aída es una serie muy poderosa. Muchísima gente la ve y la seguirá viendo. Telecinco seguirá dedicándole su prime time dominical. El negocio está asegurado. Por consiguiente, nadie podrá molestarse si expongo sin tapujos mi humilde opinión de crítico marginal. Ahí va: Aída me produce una repulsión insoportable. Preciso: no es la serie en su conjunto -que tampoco es que me seduzca mucho, en fin-, sino el capítulo que vi este domingo noche el que me parece profundamente repulsivo. Aída recomienza con un argumento de impacto: la vuelta al alcoholismo. El hundimiento físico y moral de la protagonista, literalmente ahogada en alcohol, es desolador. Los guionistas dirán que tratan de aportar una perspectiva nueva a la lucha contra el acoholismo. Me da igual lo que digan. Lo que se ve en la serie es que presentan a una lamentable alcohólica como sujeto -o, más bien, como objeto- de chanzas sin fin, llevando el rotulador grueso hasta extremos abominables como, por ejemplo, la escena de la despedida del trabajo. No termino de entender cómo puede presentarse en guisa cómica una situación que, se mire por donde se mire, no es otra cosa que trágica. Vale lo mismo para el entorno familiar de la protagonista, despreciada por sus hijos y aborrecida por su madre -cierto que, en conjunto, todos se aborrecen entre sí-. Es verdad que alguna vez se dicen que se quieren: sucede concretamente en una escena en la que Aída y su hija coinciden, borrachas las dos como cubas, en el portal de su casa. La escena es como para incluirla en cualquier especial de «doce meses, doce causas», ¿verdad? En la periferia del drama, los personajes van acentuando sus rasgos más miserables hasta llegar al abuso argumental. La abuela se caracteriza esencialmente por rajarse unos pedos de impresión. Chusma, digo Luisma, lleva su estupidez criminal hasta el extremo de planear el asesinato de Mauricio, pero quien termina siendo víctima de todos los intentos es el chino; el recurso, copia directa del viejo tebeo (pensemos en El botones Sacarino ), se hace desagradable por el realismo de la imagen, menos inocente que el monigote dibujado. Y, en fin, así sucesivamente. Es difícil encontrar reunida en una sola serie mayor colección de bajas pasiones, miserias y podredumbres humanas. Pero, ya digo, Aída es una serie muy poderosa. Un éxito, sí. Informe semanal , En portada , Crónicas, Documentos TV y, desde este martes, Repor , nuevo programa de reportajes con el que TVE refuerza su compromiso con la información, destacan los responsables de esta nueva propuesta que lanza una «mirada distinta a la actualidad y la vida cotidiana». Y esa «otra manera de mirar» no es otra que hacer el trabajo de una forma «más actual y más cercana a los ciudadanos», huir del lenguaje oficioso e incluir todos los puntos de vista sobre el tema que se aborde para que el espectador tenga elementos para la reflexión, la crítica y la denuncia. ¿Has visto el repor de La 1?. Esta es la pregunta que la directora del programa, Gemma Soriano, quiere que se haga el espectador el miércoles, el día después de la emisión de este nuevo espacio realizado en el centro de Sant Cugat que tiene a los ciudadanos como absolutos protagonistas. Pañuelos verdes , un retrato de las madres que luchan contra la droga en el campo de Gibraltar; y Un tesoro en la basura , que sigue a Aurora Paredes por las calles de Barcelona, de donde recoge lo que unos desechan para dárselo a los sin techo , son los reportajes con los que debuta este martes, a las 23,45 y por La 1, Repor , producto semanal que, en principio, se fragmenta en dos documentos de 25 minutos cada uno. Almudena Ariza, Magí Baqués, Sara Boldú, Marta Cáceres, Montse Cuní, Carlos Enrique, Cristina Fernández, Toni Mateo, Valeria Milara, Xavier Pedro, Carlos Sans y Ramón Rull son los profesionales de Repor , donde no harán cámara, sino que serán «transparentes» y así «no habrá una pantalla entre la audiencia y lo que estamos contando», apunta Ariza. Para hacerse «invisibles», los reporteros no interferirán en las escenas, buscarán la complicidad del protagonista para que éste no se siente cohibido y se muestre espontáneo ante la cámara, y trabajarán con equipos ligeros y pequeños. «Queremos que la gente se olvide de que estamos ahí», subraya Soriano, que indica que, en principio, todos los temas y personas tienen cabida en Repor . «Podemos entrevistar a un general de División, nunca en su despacho, pero sí en la cantina con sus compañeros. Vamos a buscar un ángulo que haga a los espectadores cómplices de la situación». Dar la voz a los que habitualmente no salen en televisión -en lugar de entrevistar al máximo responsable de la lucha contra el narcotráfico, la cámara se fijará en el policía que lleva 20 años vigilando las fronteras- en un formato «ágil, directo y próximo» que huirá del morbo y el amarillismo, es el objetivo de Repor , espacio que está en la línea del exitoso Callejeros de Cuatro. Pero, mientras Cuatro lo lanza en horario de máxima audiencia, La 1 lo hace al filo de la madrugada. «Puede que acabe en el prime time . La información en directo funciona muy bien, mientras que la elaborada tiene otros tempos», apunta el responsable de los informativos de la televisión pública, Fran Llorente. Por su parte, Gemma Soriano, que reconoció que respetaba mucho a Callejeros y a todos los programas de reportajes «porque sé lo que cuestan», indica que el valor añadido de Repor es «ir más allá del mecanismo del día a día. Sus protagonistas reflexionan sobre la vida y descubren sus sentimientos». Temas sociales, de denuncia o testimonio de la vida cotidiana son los retratos de Repor , que también quiere establecer puentes con los ciudadanos a través de su web como lo hacía el desaparecido Línea 900 . «No es su sustituto, pero sí hereda su compromiso por mostrar la realidad más tapada que nos rodea. El espíritu de denuncia, crítica y participación de Línea... está aquí, cuyos reportajes te mueven porque son agridulces. Unas veces te impactan, otras te ríes ante la reacción de los protagonistas...», concluye Llorente.