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Publicado por
JOSÉ JAVIER ESPARZA
León

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DE VERDAD que me quedé con los ojos a cuadros cuando vi la otra noche, en el telediario-exprés (o como se llame ahora) de La 2, la manera en que el canal público trataba el asunto del aborto. Sabrá usted que en Barcelona y Madrid la Justicia ha intervenido contra clínicas privadas que estaban violando masivamente la ley del aborto. La «información» de La 2, sin embargo, podía resumirse así: el aborto es un derecho por el que las mujeres de España llevan muchos años luchando. Resultado: el acontecimiento efectivamente ocurrido y la manera en que La 2 lo ha contado se parecen como un huevo a un calcetín. Imagine usted que un socavón hunde el alcantarillado del Ayuntamiento y este rotativo que usted lee, al día siguiente, informa en portada: «Los romanos fueron grandes constructores de alcantarillas». Sería irregular, ¿verdad? Bueno, pues lo mismo es lo que están haciendo nuestros canales -va la cosa por las generalistas de ámbito nacional y también por algunas autonómicas- a propósito del asunto del aborto. A las cadenas privadas se les debe exigir que sean rigurosas en la información y se les debe permitir que sean libérrimas en la opinión. En las cadenas públicas las cosas tienen un marco más definido: la exigencia de rigor en la información es la misma, pero, en materia de opinión, su libertad queda expresamente limitada por el respeto absoluto a la ley; un canal público que defendiera cosas ilegales o al margen del ordenamiento jurídico sería simplemente incongruente. En este asunto del aborto, sin embargo, todo está siendo bastante anormal. La exigencia de rigor informativo está quedando, cuando menos, insatisfecha: se trata visiblemente de un asunto sobre el que los grandes canales generalistas no desean informar, lo cual hace que las noticias que llegan al espectador sean fragmentarias, parciales, secundarias. Y en cuanto a los límites de la opinión, aquí es donde la perplejidad forzosamente tiene que convertirse en suspicacia. Lo que ha hecho La 2 es coger un caso de incumplimiento grave de la ley, meterlo en una batidora y sacarlo convertido en un discurso de tipo ideológico; discurso que, por otro lado, contradice lo que la ley manda. Es una operación inconcebible. Como por azar, al día siguiente de esa «noticia» de La 2 planteaban voces del Gobierno la necesidad de modificar la ley. Digo «por azar» porque usted habrá pensado lo mismo que yo, es decir, eso que tanto molesta en TVE. Y yendo al aspecto más propiamente televisivo del asunto: este episodio confirma que la televisión, tal y como la hemos venido conociendo hasta ahora, ya ha dejado de ser un medio fidedigno en materia informativa. Siempre nos quedarán los periódicos.

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