Diario de León

Comes aborda el horror nazi de las víctimas que fueron verdugos para sobrevivir

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José Oliva - barcelona
León

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El joven escritor mallorquín Melcior Comes, vencedor del último Premio Pla, aborda en la novela ganadora, La batalla de Walter Stamm , el horror nazi desde el lado de las víctimas que tuvieron que ser verdugos para sobrevivir, «el lado opuesto» al planteado por Jonathan Littell en Las benévolas . El ganador del Premio Pla de prosa en catalán se muestra comprensible con aquellos que ven paralelismos entre su novela y la de Littell: «Ambas están ambientadas en la Segunda Guerra Mundial», pero considera que en sus orígenes tuvo presente a otros autores que también han tratado la contienda, como Norman Mailer o Junger. «Mi novela tiene un planteamiento radicalmente distinto al de Littell, a quien leí en francés cuando ya estaba acabando la mía, pues mi protagonista pertenece a lo mejor que ha dado la cultura occidental en valores y en cultura, pero que, siendo una persona normal, se enfrenta a una tesitura trágica». El protagonista de Las benévolas es desde un principio «alguien con propensión a hacer el mal, mientras que mi personaje se ve abocado a luchar con los nazis para poder sobrevivir, algo que se podría aplicar a una gran parte de la población alemana de entonces, que prefirió mirar a un lado y callar para subsistir». Barbaridades para vivir Walter Stamm es un universitario berlinés, culto, que traduce del francés, que escribe versos, que vive una historia de amor con su pareja, y que, «de golpe, tiene que hacer esas barbaridades para sobrevivir». Tras sufrir un juicio de pantomima acusado de traición, es condenado a un campo de concentración, donde convive con disidentes políticos. La primera parte del libro describe la cotidianeidad del campo de concentración, que da pie a Comes a hablar de los olvidados, «esos cinco millones de disidentes políticos, disminuidos, testigos de Jehová, gitanos, protestantes, que murieron en los campos y que fueron sus primeros ocupantes». Para documentar este aspecto, el autor vio muchos documentales, entre ellos Shoah , de Claude Lanzmann, y leyó Los campos de las SS , de Eugene Kogo, hijo de un diplomático ruso que hizo un reportaje que describe la cotidianeidad de los campos: la comida, los barracones, el vestuario, la jerarquía, los castigos. En la segunda parte de la novela, que sucede en la campaña de Rusia, Comes refleja la cotidianeidad de la vida de los soldados, y «aunque es una novela trepidante, hace de la guerra una antiexperiencia». Con este libro, Comes se aleja de la vertiente mediterránea que domina la literatura catalana.

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