El 2010, con el mil centenario del Reino de León, sería el momento «idóneo» para alzarlo
El Ayuntamiento busca inversores privados para pagar el rey Ordoño
La estatua de Muñiz Alique, de cinco metros de altura, «duerme» en un taller de La Virgen
Al veterano escultor Ángel Muñiz Alique (autor de, entre otras obras, el homenaje a la lucha leonesa, la estatua de Odón Alonso o el crucero peregrino de Mansilla) se le había garantizado que la estatua del rey Ordoño II -paralizada en su taller de La Virgen del Camino por la falta de pago del Ayuntamiento- sería terminada e instalada en un espacio público de la capital leonesa. En campaña electoral, el hoy vicealcalde, Javier Chamorro (UPL), ofreció una rueda de prensa para mostrar de forma explícita su apoyo al proyecto. Pero la catastrófica situación económica del Consistorio leonés impide culminar la efigie, y por eso Javier Chamorro ha informado a este periódico de que se van a intentar otras vías para poder financiar la obra: la principal, implicar a una empresa privada en la remodelación de alguna plaza o espacio de la ciudad para que al mismo tiempo financie la culminación y emplazamiento del monumento. Otro método propuesto, la suscripción popular, ha sido desechado por el momento. Comentaba también Chamorro que el año 2010 habría de ser la fecha «idónea» para instalar el rey Ordoño II, puesto que en ese año se celebrará el mil cien aniversario de la fundación del Reino de León, y que la empresa que decidiera encargarse de la ubicación de la estatua del primer monarca que usó el título de «rey de León» sería reconocida como la responsable de una de las labores «más meritorias» para la historia y la cultura de la capital en los últimos años. En cuanto a la historia del proyecto, ésta se remonta a 1999, año en el que el por entonces concejal José María Rodríguez de Francisco le encarga oficialmente una estatua de Ordoño II a Ángel Muñiz. El contrato, no obstante, tardaría en formalizarse: sería en el 2002 y por un total de diez millones de las antiguas pesetas, cantidad que, según Muñiz, «no hacía del todo justicia al valor de esta obra». Cruce de acusaciones El proyecto es aprobado por el Ayuntamiento y comienzan los trabajos, pero Muñiz afirma que cobró sólo la mitad de lo acordado y detiene la obra. En ese ínterin cambia el color del gobierno municipal y las conversaciones con el nuevo equipo, según comenta el escultor, no acaban de fructificar, iniciando así el artista una peregrinación por los pasillos del Ayuntamiento que casi continúa hasta hoy. Tras el parón, Mario Amilivia se reúne con Muñiz y firma un contrato que «anulaba el anterior» y fijaba el importe de los trabajos para terminar la estatua en 150.000 euros, «a realizar en siete meses -explica el autor-, y a pagar el 50% a la firma del contrato, el 25% a la terminación del modelado y el 25% restante al retirar la efigie de la fundición». Muñiz denuncia el incumplimiento de ese contrato pero, por otra parte, algunas fuentes del Ayuntamiento aducen que ese contrato «no existe como tal». Muñiz lamenta que esta inactividad forzada no sólo le perjudicando a él sino también a terceras personas. En estos momentos, la gran estatua permanece en el taller y sólo modelada en barro. Para acabarla se precisarían cuatro meses más de trabajos y dos de fundición.