Diario de León

El caballero de las espuelas de oro

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Mientras los escritos públicos de Quevedo fueron admirados, respetados y temidos, por todos los estamentos políticos y sociales, nada de cuanto dejó escrito privadamente en relación a su deseo de ser enterrado en vía de depósito en la sepultura de doña Petronila Velasco, en el mismo Convento de Santo Domingo, para, posteriormente serlo de forma definitiva en el Convento de Santo Domingo el Real de Madrid, junto a su hermana Margarita, fue respetado. Los dominicos se negaron a inhumarlo en su convento y tuvo que ser una familia de Villanueva, los Bustos, la que decidiera hacerse cargo del cadáver, depositándolo en su cripta de la parroquia de San Andrés Se cuenta que su tumba fue profanada días después por un caballero que deseaba tener las espuelas de oro con que había sido enterrado y que dicho caballero murió al poco en justo castigo por tal atrevimiento. Con la Revolución Francesa, fueron profanados y confundidos, y en el siglo XIX llevaron sus restos a Madrid para ser enterrado en el Panteón de Hombres Ilustres, pero finalmente al ser imposible identificarlos, volvieron a Villa-nueva de los Infantes. Recientemente han sido hallados en la Cripta de Santo Tomás de la parroquia de San Andrés, que permaneció escondida hasta 1955. Dos fémures, un húmero, una clavícula y seis vértebras fueron las piezas encontradas del esqueleto de Quevedo, cuyo cráneo, sin embargo, no estaba entre los restos. El fémur derecho de Francisco de Quevedo, que presentaba una anomalía debido a la cojera del literato, sirvió de indicio para identificar los restos del escritor, que se encontraban entre otros 167, como mínimo, en la parroquia de San Andrés Apóstol, en Villanueva de los Infantes.

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