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Naturalidad e ironía eran los puntales de la obra de uno de los grandes poetas del siglo XX

Muere Ángel González, poeta libre, sencillo y comprometido

El académico y premio Príncipe de Asturias falleció a los 82 años por una crisis respiratoria

El poeta asturiano Ángel González en una foto tomada en Santander

Publicado por
Miguel Lorenci - madrid
León

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Las letras españolas se cubrían de nuevo de luto por la inesperada muerte de Ángel González. El poeta, académico y premio Príncipe de Asturias de las Letras, una de las voces más lúcidas, claras y comprometidas de la poesía española del siglo XX, murió a los 82 años en la madrugada del sábado en Madrid, apenas 24 horas de ser hospitalizado en la Clínica Moncloa a causa de una crisis respiratoria y horas después de fallecimiento de Pepín Bello. Solidario poeta del compromiso, maestro de la generación del 50, mago de la sencillez y la naturalidad, los restos de gran poeta asturiano serán incinerados este domingo en el madrileño cementerio de la Almudena. Sus cenizas serán posteriormente trasladadas a su Oviedo natal. En el tanatorio de San Isidro se instaló ayer una capilla ardiente en la que se sucedieron las muestras de condolencia y admiración para con uno de los poetas más queridos y respetados de su tiempo. Por allí desfilaron, entre muchos otros, amigos muy próximos como Luis García Montero, Joquín Sabina, Almudena Grandes, Luis Antonio de Villena o Pilar Bardem. También el Ministro de Cultura, César Antonio Molina, viejo amigo del poeta. «No confundo la poesía con la realidad; son cosas distintas», afirmaba este grande de la poesía española y uno de los más reconocidos de la denominada generación del medio siglo. «Mi poesía aspira a reflejar la realidad y ser una reflexión sobre ella» solía precisar el académico y laureado poeta cuya salud fue siempre frágil y «muy mejorable», sin que hiciera temer por su vida. La solidaridad y la libertad son temas recurrentes de una poética que, en su primera andadura, estuvo marcada por su clara toma de postura en lo que se denominó 'poesía social'. Unos poemas objetivos y narrativos fundamentados en un lenguaje coloquial, muy natural, salpicado con un tono irónico y a veces corrosivo. Con temas eminentemente cotidianos, en la poesía de González juegan un papel primordial las vivencias personales y los acontecimientos que le tocó vivir. Una poesía apegada a la realidad a la que incorporó la ironía como un rico y decisivo recurso expresivo que le permitía «decir que sí y que no al mismo tiempo». Poeta del compromiso El compromiso, la libertad y el amor fueron así puntales de la franca, directa y aparentemente sencilla poesía de González, quizá el más reconocido de una brillante generación de poetas sociales llamados José Ángel Valente, Carlos Barral, Jaime Gil de Biedma, José Agustín Goytisolo, Claudio Rodríguez o José Manuel Caballero Bonald, renovadores como González la maltrecha poesía española de posguerra. Se aliaron con la palabra para luchar contra la dura realidad social y la insoportable grisura de la dictadura franquista. Su visión desgarrada del compromiso, la desolación y la desesperanza daría paso a una serena y lúcida madurez.

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