Escritor
«Tras la destrucción, la naturaleza devolvió la belleza a las Médulas»
El investigador de Valderas es uno de los tres autores que firman «Lugares mágicos de España y Portugal», monumental libro que recorre una geografía llena de misterios
Casi 500 páginas de peregrinaciones, megalitos, huellas de antepasados, apariciones, extrañas inscripciones, ocultas simbologías y monumentos humanos y naturales abrumados por el peso de la historia. Es Lugares mágicos de España y Portugal , un fascinante recorrido por la Ibera mítica publicado por Esquilo y escrito por el leonés Jesús Callejo, el portugués Paulo Louçao y el gallego Tomás Martínez. Callejo (Valderas, 1959) es un referente imprescindible en lo que a investigación de leyendas y mitos se refiere; colaborador de Iker Jiménez y Javier Sierra, ha escrito una veintena de libros. -¿Qué tiene que tener un lugar para ser considerado mágico? -Desde mi punto de vista, tiene que haber sido considerado así por la tradición. Son lugares en los que confluyen acontecimientos sobrenaturales, donde se han celebrado cultos y rituales, donde se han ido superponiendo diferentes templos a lo largo de la historia, que han sido objeto de peregrinaciones, donde hay roca y agua o donde ha habido testimonios de apariciones; pueden ser lugares de meditación en plena naturaleza, o urbanos, como Compostela. Han de confluir elementos como éstos. -Alguno que le haya inquietado especialmente... -Te diré dos: Conquezuela, en Soria, unas cuevas repletas de insculturas o inscripciones rupestres que no están en absoluto señalizadas, hay que ir ex profeso . Lo tiene todo para ser considerado lugar mágico: está en plena naturaleza, al lado de un lago ahora desecado, con una ermita cercana donde se registró una aparición mariana, también hay vestigios de un altar de sacrificios íbero... y nunca fue poblado como tal, nadie vivió allí, se va tan sólo para celebrar determinados rituales, desde épocas inmemoriales hasta nuestros días, pues aun hoy se sigue celebrando allí una romería. -¿Y el otro? -San Pedro del Palancar, Extremadura, el monasterio más pequeño del mundo. Es increíble cómo aquella comunidad monástica -doce monjes- adaptó 70 metros cuadrados para la meditación, el rezo y el estudio; tiene hasta su propio claustro y todo. Austero, minúsculo... la fe es capaz de hacer auténticas maravillas. -¿De qué nos están hablando, en el fondo, estas descripciones de lugares mágicos? -De que nuestra geografía está plagada de rincones muy especiales en los que confluyen la espiritualidad de las gentes, que invitan al recogimiento o que nos ponen en contacto con la naturaleza más sagrada, y que por tanto son lugares propiciatorios en los que pueden producirse estados alterados de la conciencia. Si uno va a ellos con la predisposición adecuada, te transmiten enseñanzas, te ponen en conexión con las esperanzas y los anhelos de gentes que vivieron hace muchos años, y, si eres capaz de entenderlo así, logras fundirte con ese lugar. -De León ha escogidos dos parajes que son fruto de la historia y la naturaleza: las Médulas y el lago de Carucedo. -Claro, las Médulas no sería un lugar mágico en el sentido que explicaba antes, no olvidemos que es una mina; la magia la proporciona en este caso la orografía y la historia (los romanos y los templarios buscaron este lugar para enriquecerse rápidamente). Lo curioso es que después de tanta muerte y tanta destrucción, de que tanta gente muriera en esas excavaciones, la naturaleza devolvió la belleza a ese lugar. Al final del desastre queda la belleza. Fruto de esos trabajos fue también el lago de Carucedo, un lago con leyenda, con su ondina propia o ninfa acuática. -Parece que, el lugar de ser al contrario, la sociedad actual cada vez demanda más contenidos relacionados con el misterio y los enigmas no resueltos. -La gente se ha dado cuenta de que conocer estos lugares es más interesante de lo que pensaba. Se ha percatado de que conocer este tipo de cosas también forma parte de su acervo cultural, cuyo origen se hunde en la noche de los tiempos. Nos enriquece ese conocimiento, sabemos mejor quiénes somos gracias a él. La gente quiere, necesita, saber más, y le apasiona despertar a toda esa información que estaba ahí aunque antes la ignoráramos. -La disposición de los lugares aquí reunidos, ¿sigue un mismo patrón? -Existen unas líneas generales (las líneas ley , que se explican también en el libro), relacionadas con fenómenos astronómicos, en torno a las cuales se suelen disponer los lugares de una forma muy determinada, sorprendentemente precisa. Solemos pensar que nuestros antepasados sabían menos que nosotros y nos fascina comprobar cómo conocían a la perfección el mundo que les rodeaba. Por ejemplo, en San Juan de Ortega, Burgos, durante los equinoccios, un rayo de luz solar entra en la iglesia y va iluminando el triple capitel de la Anunciación en una especie de secuencia cinematográfica. -De todas formas, ¿puede separarse razonablemente lo que de historia o de religión hay en estos espacios de lo que es puramente superstición? -Es difícil porque todo está muy mezclado. Por ejemplo, Santo Domingo de la Calzada, en La Rioja; tiene una parte histórica y una parte, digamos, insólita. Y ésta también forma parte indisoluble de la localidad. Está la historia del santo, la construcción del templo... pero también los milagros, la devoción popular, la creencia -o rumor, o leyenda...- de que tocar uno de sus muros da buena suerte. No olvidemos que un lugar lo hacemos mágico entre todos, llevando nuestra energía hasta él.