Fútbol
PUES, hombre, no debe de ser nada agradable eso de que vayas al fútbol y te den con la puerta en las narices, ¿verdad? Sobre todo si vas con cámaras, micrófonos, hinchada, bufandas, fatatas y toda la impedimenta. Así que se entiende que en La Sexta estuvieran bufando el sábado noche, cuando fueron a dar su partido consuetudinario de Liga, el Betis-Depor, y se encontraron con que ya estaba allí Telecinco. Fue Telecinco quien lo emitió, y esta vez en exclusiva; a La Sexta le quedó la consolación de otro partido el domingo, el Zaragoza-Athletic, pero el sofocón de Sevilla ya no se lo quita nadie. En Sevilla precisamente anunciaba ayer Montes que estarán la semana que viene, en el Sánchez Pizjuán, pero la verdad es que, hoy por hoy, nadie puede asegurar el desenlace. El episodio hay que ponerlo, claro está, en el contexto de la «guerra del fútbol», que empieza a complicarse hasta extremos poco recomendables para la salud del espectador. Ya recordará usted los antecedentes: los derechos de emisión de partidos de fútbol son de Audiovisual Sport; Sogecable (Canal Plus) los detenta; Mediapro (La Sexta) entra en liza en plan francotirador; Sogecable se enfada mucho, pero La Sexta saca tajada; en eso aparece Telecinco, que nunca se ha caracterizado por su talante caritativo, y abre los dientes y muerde; hace pocas semanas, Telecinco y La Sexta ofrecían al mismo tiempo el mismo partido; este sábado, yendo más lejos, Telecinco le birlaba a La Sexta el partido de Liga en la misma puerta del estadio. Los más viejos del lugar tal vez recuerden la que se lió hace unos años, cuando Audiovisual Sport, para defender el derecho exclusivo al fútbol, decretó que nadie pudiera meter cámaras de televisión en los estadios salvo que hubiera pagado los derechos de emisión; de esa manera se acabó aquello de que las cadenas nos enseñaran resúmenes de los partidos. El canal que más batalló entonces para seguir metiendo cámaras -encontronazo con «fuerzas del orden» incluido- fue precisamente Telecinco. De algún modo, y mirándolo con perspectiva, lo de este sábado fue una venganza servida en plato excepcionalmente frío: sorbete de venganza. Y ahora, ¿qué pasará? Sabe Dios¿ Lo más lógico sería que la autoridad «ordenara» el paisaje. Pero la autoridad, como nadie ignora, en España actúa con criterios rara vez transparentes, y en época preelectoral, completamente ininteligibles (o quizá demasiado, en fin). Esto, por otra parte, es un negocio como cualquier otro; para el observador neutral, es indiferente quién emita los partidos. Lo único importante es que alguien los emita y, por otro lado, que el espectador lo sepa con suficiente antelación. Pero no es eso lo que está pasando.