Con 50.000 euros, códices como El libro de las estampas y El Antifonario estarían a salvo
Tesoros de la Catedral no se enseñanpor carecer de vitrinas blindadas
El torreón del museo espera medidas de seguridad desde hace años para sacar a la luz manuscritos únicos
Algunos tesoros de la Catedral no se exponen al público por falta de medidas de seguridad. El torreón que en tiempos albergó el archivo catedralicio lleva más de seis años a la espera de mostrar códices únicos en el mundo. Este espacio, de unos ochenta metros cuadrados, es una de las salas con más encanto del museo. Sin embargo, pese a haber sido rehabilitado por la Junta hace una década, permanece vacío y así seguirá mientras no aparezca un mecenas dispuesto a sufragar los 50.000 euros que, según el director del Museo de la Catedral, Manuel Pérez Recio, costaría exponer estas joyas con las mínimas garantías de seguridad. En realidad, se trataría de exhibir cada manuscrito en una vitrina blindada, para protegerlo no sólo de posibles robos, sino para garantizar la conservación de códices que requieren condiciones especiales de humedad y de luz, con el fin de mantener intactos los pergaminos y pigmentos que utilizaron los monjes y calígrafos que los iluminaron hace más de nueve siglos. Habilitar como museo el torreón de la Catedral es una vieja aspiración del Cabildo. Pérez Recio lo tiene todo pensado. Sabe con exactitud qué piezas podrían lucirse en este extraordinario espacio que sobresale de la alineación de las murallas en la carretera de los Cubos. La selección ya está hecha. «Queremos recuperar el espíritu de archivo que tuvo el torreón», asegura Pérez Recio. Entre los tesoros que en el futuro se exhibirán en esta sala hoy «abandona», sin duda, destacan la Biblia Latina, del siglo X; el Antifonario, un libro de cánticos fechado en el año 1069; el espléndido Libro de las estampas, con las copias de los testamentos de varios reyes de León a favor de la Catedral, considerado uno de los tres códices más singulares de la España medieval; así como algunos cantorales, una selección de los más de 1.800 pergaminos. Actualmente, el antifonario, que varios expertos han aconsejado trasladar a un lugar donde se pueda tener bajo control la iluminación y el grado de humedad, se exhibe en una vitrina «perdida» del museo. La Catedral ha ido atesorando valiosos manuscritos desde el año 860, cuando Ordoño I donó al obispo Frunimio una colección de libros litúrgicos, que éste otorgó a la Catedral. Muchas joyas y poco espacio Sin duda, la recuperación del torreón como espacio privilegiado del museo en el que exponer la excepcional colección de manuscritos de la Catedral, impulsará también el número de visitantes. El Museo de la Catedral, que recibe de media unos 40.000 visitantes al año, es resultado de la fusión del antiguo museo catedralicio con el diocesano. Constituye un conjunto único, con piezas de todas las etapas de la historia del arte, desde la prehistoria hasta el siglo XX, repartidas en diecisiete salas, en el entorno del claustro catedralicio. Valiosísimas tallas, una colección de marfiles, esculturas y pinturas junto a códices y objetos sacros. Resulta casi un milagro reunir tantos tesoros en tan poco espacio; y un derroche, tener la mejor sala vacía...